La flor siempre vuelve en primavera

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Cuando vi esa extraña piedra brillar, de inmediato sentí como miles de recuerdos se me venían a la mente, todos fijos en una chica. Esa chica... ya la había visto, tenía esa sensación de haber pasado momentos con ella, momentos de felicidad, terquedad, momentos que me producían una sensación desconocida para mi. No lograba entender, pero, de alguna forma, recordé y me sentía tan mal por no entender.

Cuando le pregunte mis conocidos, como a Sayaka, la señora Chitose y sus hijas... pero nadie sabía quien era, nadie recordaba lo que yo recordé, es como si, nunca hubiera estado con nosotros. Ya no sabía a quien más recurrir, estaba tan desesperado.

Y luego vi esa casa, esa casa que también se me hacía conocida, claro, la chica rubia, ¿cómo se llamaba? ¿Haku? No, Kohaku. Ella tenía que ver con esto, estaba seguro de ello, aunque no sabía porque, no tenía de otra, necesitaba saber que paso con ella. Así que cuando recurrí a hablar con ella, tenía la sensación de que ella lo sabía todo, de que incluso se esperaba de que yo estuviera aquí.

Ahora lo entendía. Después de esa explicación, aunque prometí no sorprenderme, me era inevitable. No podría creer que ella había perdido su vida en otro mundo, no podría creerlo. Pero lo hice, ahora tenía la enorme esperanza, de volvernos a encontrar, de volverla a ver. Pero, ya había pasado un gran tiempo desde eso, no sabía si ese día iba a llegar, quería alguna señal.

En estos momentos me encuentro camino a la hacienda que me encargaron. Trabajo para el señor Fujita en la empresa "Fujita y Asociados", han pasado cuatro años desde que empece a trabajar para él, y también cuatro años desde que ya no la volví a ver, pero seguía recordándola. Mi deber ahora es, atender un asunto importante para esa hacienda, según lo que me hablaron, era un cliente que lamentablemente falleció hace poco, su hijo e hija también fallecieron hace mucho, ese cliente le dejo toda su herencia a su nieta, por lo que se, son tierras algo antiguas y ahora mi deber es ir a atender su situación.

Baje del metro bus. Siguiendo la dirección recta, admirando un poco los jardines, hacía una casa grande de aspecto algo viejo. La puerta estaba abierta y no se veía rastro de nadie a su alrededor, así que, decidí entrar.

Con permiso —. Murmuré un poco alto.

Camine hacía una de las habitaciones, estaba algo oscuro y no parecía tener iluminación, me dirigí a unas cortinas y las extendí, para poder dejar entrar gran cantidad de luz por la ventana. Cuando me di la vuelta, pude notar un piano, lleno de polvo. Me acerque y quite la manta que cubría el teclado, lo observe un poco, parecía bien cuidado. Espero que no hubiera sido descarado de mi parte entrar sin permiso, pero, con este clima y tanto silencio, me dio por sentarme y empezar a tocar el piano. 

Suspire, viendo aquella piedra que me había hecho recordar a Kobato. Suspire una vez más, para empezar a rozar las teclas del piano, armando una canción tan conocida para mi, tan hermosa y tranquila, que alguna vez Kobato cantó, llena de tanta ilusión. In consiente mente, empece a recordar tantos recuerdos, que tuve con ella, desde que ella había llegado a mi vida, se había vuelto más divertida. Suspire, dejando de tocar, sentía tanta tristeza y un gran vacío, pensar en ella, sin tenerla a mi lado. 

Pero, de pronto. Escuche una voz cantora, pequeña, chillona y tan familiar. Noté que estaba cantado, aquella canción que conocía. Me paré de mi lugar, sorprendido, mirando hacía la ventana, para presenciar mejor el sonido. La voz se escuchaba mejor y pude ver a una carreta de lejos, me dirigí hacía fueras de la habitación, para recibir a la nieta.

Mire sorprendido, sin poder creerlo. Al tenerla frente a mi, cara a cara. Es ella.

— Así que, tu eras el abogado ¿eh? ¡Es un placer en conocerle! —. Sonrió angelicalmente, mirándome con naturalidad. Si, es ella, aunque, no parece recordarme.

— El placer... es mío —. Sonreí, no es tan usual mi sonrisa. Pero, valía la pena, sonreír por ver a aquella persona, con el mismo corazón que siempre tuvo, desde que la conocí. Y entonces, recordé lo que había dicho Kohaku. 

Flashback.

— "Aunque las memorias de nuestras vidas pasadas, no estén... seguirán entrelazándose sus caminos para siempre" —.

"Fujimoto" "Eres la persona que más me importa" "Siempre lo fuiste" "Y siempre lo serás"

Fin del flashback.

— Eres bueno tocando el piano —. Regrese de mis recuerdos y sonreí levemente. 

Perdona por haber tocado el piano sin permiso —. Hice una reverencia algo apenado. Sabía que debía esperar a que alguien estuviera para poder entrar. 

Me dio una sonrisa aceptando las disculpas. — Sabes... de alguna forma, la melodía que tocabas, se me hacía conocida —. Sonreí, mirándole a los ojos. No podía decirle que la conocía por ella misma, ya no eran las mismas memorias. 

— Si, bueno, la conocí por un viejo amigo que quería encontrar a una chica que la había cantado —. 

Después, le pedí amablemente inspeccionar la casa. El deber me llamaba, y así me lo permitió. Al estar dentro de la casa, inspeccione las habitaciones, los muebles, y finalice con uno de los libros. Sonreí de vuelta, mirándole.

— Listo, ahora solo hay que hacer unos tramites en la oficina y daremos finalizado esto —.

— ¡Muchas gracias!

— Por cierto, tengo que devolverte esto —. Extendí mi mano, entregándole aquella salvación que tuve para recordarla, es de ella, aunque no lo recuerde. Noté su mirada confusa, y sonreí.

— Disculpa, ¿podrías volver a cantar la canción que has cantado hace momentos? Tocaré la melodía ¿si? —. La vi asentir con una sonrisa, mientras yo me preparaba para tocar nuevamente el piano.

Cuando yo comencé a tocar un poco de esa melodía, a espaldas de ella, podía escuchar tan armoniosa su voz, era un momento tan bonito para mi, a pesar de no recordarme, al menos, ya me la había encontrado y eso es lo que me importa más. Su voz empezó a temblar un poco, pero no le dí mucha importancia. Hasta que un sonido parecido al de una campana nos interrumpió el momento, seguido por un grito por parte de Kobato y una luz resplandeciente cegando por completo y ahí deje de tocar para darme la vuelta. Un extraño viento salvaje, hizo que pétalos de sakura se escabulleran en la habitación.

Pude notar que Kobato estaba sin habla, de espaldas a mi. Me acerque con cautela hacía donde ella.

— ¿Estas bien? —. Pregunte con obvia preocupación.

Entonces, aquí era...el lugar al que quería ir...la persona con la cual quería estar...pensé que teniendo una oportunidad más, esta vez, estaríamos felices, pero, dios, parece que soy una tonta —. La voz de Kobato, la note distinta, su tono parecía lamentable, lleno de nostalgia. ¿Esa luz de antes hizo que...? ¿Era posible?

— ¿Kobato? —.

Tenía la esperanza de que si fuese posible. 

¡¡He vuelto! —. Se dio media vuelta, quedando frente a mi con una sonrisa. La vi a los ojos, con una sonrisa, por fin, había llegado el día, el tan preciado día. 

— Me has hecho esperar por mucho tiempo, llegas tarde —.

Observe sus lagrimas de felicidad, también podría llorar yo, pero me contuve. He estado esperando tantos años por ella, a pesar de que tarde en aceptar mi amor por ella, estoy siendo correspondido. La extrañe tanto. 

Te quiero mucho, Kobato.

¡¡Fujimoto!! —. Salto en mi con los brazos abiertos, y yo solo me dedique a corresponder el abrazo, con una sonrisa, sin poderme creer nada de esto. La vi llorando tanto, estoy tan feliz de que recordará nuestros momentos. 

Y así como las flores vuelven en primavera.
Kobato regreso para continuar el camino, juntos.

Gracias por esta oportunidad.






HANA  ❀ (ONESHOT)Where stories live. Discover now