Me despierto sobresaltada, menos mal que solo ha sido una pesadilla, miro el reloj, las cuatro menos diez, decido tomar algo a ver si vuelvo a dormirme, me levanto y poso la mirada en los pies de mi cama, hay una cosa extraña, algo que no estaba ahí cuando me acosté, me acerco y enciendo la luz, son unos zapatos.
-¡Qué extraño! –pienso- No me suenan estos zapatos, no son míos.
Voy a la cocina y me preparo un vaso de leche caliente, a ver si me puedo volver a dormir, cuando me lo termino, lo dejo en el fregadero y vuelvo a mi cuarto, me tumbo en la cama, comienzo a dar vueltas, pero no consigo dormirme, me incorporo y miro donde estaban los zapatos. Ahora, con la luz apagada, no se distinguen en la penumbra, vuelvo a cerrar los ojos y consigo dormirme. Las 7:30, me suena el despertador, tengo que ir a trabajar, me levanto y voy al armario, me pongo unos vaqueros y una camiseta de manga larga, preparo el bolso para irme a trabajar y abro el armario de los zapatos, no veo ninguno. Me giro y los zapatos de anoche siguen ahí, decido que no pierdo nada al ponérmelos, ya que son como tengo que llevarlos al trabajo, me los pongo y cojo un abrigo, salgo a la calle y voy hacia la cafetería donde trabajo. Cuando llego, paso a los baños de los trabajadores y me pongo el uniforme, salgo a la puerta y giro el cartel, donde pone que está abierto. Me pongo detrás de la barra a esperar clientes, a la media hora, suena la campanilla, levanto la vista y veo a una mujer, vestida de negro, muy triste, viene a la barra y se sienta en uno de los taburetes, me pide un café descafeinado y cuando voy a prepararlo, la oigo murmurar algo sobre que necesita hablar con su marido una última vez. Le llevo el café y vuelve a abrirse la puerta, aunque esta vez no suena y el cliente que entra, no viene en las mejores condiciones, viene con una mancha de sangre en el pecho, cuando anda, parece que no roza el suelo, sonríe cuando ve a la mujer sentada en la barra, se acerca a ella y la abraza, aunque ella no parece darse cuenta, les observo.
-Henry, ojalá pudiera verte otra vez –dice la mujer-
-Estoy aquí –dice el hombre- Solo que tú no me puedes ver, estoy abrazándote y estaré junto a ti siempre –la mujer no da signos de haberle oído-
Me quedo perpleja, ella ha dicho que quiere ver a su marido fallecido otra vez y él le ha dicho que está ahí, pero, si está muerto, ¿por qué puedo verle y oírle?
Después de ese extraño suceso, la mañana pasó normal, sin más sobresaltos, llegó la hora de irse a casa, me fui al baño de empleadas y me puse la ropa que llevaba esa mañana al ir a trabajar, cogí el bolso, fui hacia la puerta y giré el cartel en el que ponía cerrado, salí de la cafetería y cerré la puerta con llave y me dirigí hacia mi piso, pero en el camino...
YOU ARE READING
La verdadera historia de los zapatos
HorrorIsabelle Jones, una joven normal, que ha acabado su carrera y ahora está trabajando en una cafetería, hasta que encuentre otro trabajo, pasará una serie de acontecimientos que la harán dejar de pensar que es normal. Ella es una chica de 19 años, mor...