Segunda parte

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Segunda Parte

Llame a mi grupo de amigos, ellos aún no sabían lo de Julia y no quería que se enterasen por otras personas. Además en mi mente estaba tomando forma mi venganza contra Maikel y necesitaría de la ayuda de los chicos para llevarlo a cabo. Ellos también eran amigos de Julia y como yo, sospechaban que su novio la maltrataba, pero ninguno pudimos hacer nada para evitar su fatídico final.

Una vez que les conté lo que le había pasado a nuestra amiga, y se calmaron un poco. Todos pidieron a gritos justicia para Julia. Javier nos puso al tanto de una información que desconocíamos. Maikel era el hijo de un importante empresario, su padre tenía contactos en los altos cargos de la policía y el estado. Nunca acusarían a Maikel del asesinato de Julia, nunca pagaría por lo había hecho. Por muchas pruebas que tuviésemos, si lo denunciábamos, no conseguiríamos nada. El nunca confesaría y sin su confesión nadie se atrevería a apresarlo.

Aproveche que todos estaban abatidos y enfadados al creer que no pagaría por su crimen para contarles mi plan. Todos estuvieron de acuerdo en que sería la mejor venganza de todas y estaban dispuestos a ayudarme en lo que fuera. Les otorgue un cometido a cada uno, salieron del piso de Juan con esperanzas. Debíamos ser prudentes, pero sin duda podíamos lograr nuestro propósito.

Por la tarde volví a mi cuarto en el campus. Me senté sobre la cama de Julia y repase todas sus cosas una última vez. Sus padres llegarían al día siguiente para llevarse sus pertenencias y el cuerpo de su hija muerta. Abrí la mesilla y encontré su joyero, dentro tenia algunas joyas; los pendientes que le había regalado por su cumpleaños, el colgante que le había enviado su madre al ingresar en la universidad. Me quede mirando fijamente un pequeño anillo de acero, estaba segura de que nunca lo había visto. Lo cogí con cuidado. Estaba finamente grabado con dibujos celtas y en su interior se leía una inscripción: “Mía para siempre M.G”. No pude soportar el odio que corrió por mi cuerpo al leer esas tres palabras. Me levante y empecé a tirar cosas, como se atrevía el mal nacido. Y que ciertas habían sido sus palabras. Había conseguido ser el único en la vida de Julia, ya no podría conocer al amor de su vida, ni tendría hijos, se lo había arrebatado todo. De una patada volqué la cama de mi amiga, el colchón quedo tirado en el suelo y el somier hizo un ruido sordo al quedar de lado. Salí de la habitación no podía soportar estar allí, sabiendo que Julia no volvería a atravesar aquella puerta, que no volvería a dormir en su cama, que no compartiríamos más charlas. Camine sin rumbo hasta llegar a un bar, que tenía mala fama y entre. Todas las cabezas se giraron al verme entrar, estaba claro que yo no encajaba, pero me daba igual. Me senté en la barra y pedí una copa.

El bar estaba lleno de gente, hombres borrachos de mal aspecto, y mujeres que habían acudido buscando a quien saciara sus necesidades más básicas. Cada vez que me acababa la copa, pedía al barman que la rellenara, pasaron las horas y seguía sentada en el mismo sitio. Un par de clientes se me acercaron confundiéndome con una prostituta. Me preguntaban cuanto les costaría pasar un rato conmigo. Algunos se alejaron en cuanto los miraba, esa mirada de odio ahuyentaba a cualquiera, la había perfeccionado muchos años antes. A los que no entendían mi gesto les decía simplemente que se alejaran, o les cortaría su más preciado miembro. No volvieron a molestarme más, tal vez porque me creían capaz de eso o porque tenía cara de haber enloquecido. En parte así era, estaba ansiosa por poner en marcha mi plan contra Maikel, pero debía esperar un poco; primero porque quería que mi amiga fuese enterrada como dios manda y segundo porque a los chicos les llevaría un tiempo prepararlo todo.

A eso de las tres de la mañana salí del bar y fui dando tumbos por la calle oscura. Oía pasos tras de mí y murmullos, en otro momento tal vez me hubiera asustado y hubiese echado a correr. Pero no ese día, necesitaba descargar un poco de furia. Estaba convencida de que el que me seguía tenia ideas de aprovecharse de mí, por lo que no me importaba descargar mi odio contra el.

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora