Capítulo único.

115 11 3
                                    

Akaashi era consciente de que algo insólito estaba sucediendo a su alrededor y él era desconocido para con esa incógnita. Si bien era cierto el hecho de que se hallaba completamente dichoso con su vida, pues más no podía pedir a causa de que la felicidad estaba con aquel particular individuo de orbes áureos y hebras bicolor en tonos de una escala de grises, el verse excluido de un tema que parecía importante pero del que no era participe le generaba una contrariedad poco propia de su personalidad. No estaba del todo seguro de si aquello que provocaba en él un engorro fuera conocido y por ende ocultado por su pareja, pues era demasiado extraño que el mismo guardara cosas para sí mismo, o al menos eso creía, quizás no era del todo conocedor de Bokuto.

A veces pensaba que quizás el mayor y las personas de su alrededor habían tenido alguna clase de riña o un encuentro desagradable que dio lugar a una pelea, pues Kōtarō desde hace un tiempo había dejado de mencionar a sus concurrentes colegas, incluso a Kuroo, con quien tenía forjado un férreo nexo que parecía de plena amistad, una que solo ellos podían comprender y que manejaban a su manera. Por otro lado, los que fueron sus compañeros cuando estaban en preparatoria y también quienes fueron sus oponentes parecían incomodos e incluso decaídos con la sola mención de quien alguna vez había sido el rematador estrella de Fukurodani.

Sin embargo, un pequeño atisbo de emoción podía reflejarse en sus orbes plomizos, dando a conocer la esperanza de que aquel razonamiento abandonara su mente de una vez para disfrutar en su integridad de la estupenda vida que transitaba y que por culpa de detalles menores se encontraba incapaz de disfrutar. ¿El porqué de este sentimiento? Pues, Konoha, Kuroo, Komi, Onaga, Yaku, entre otras personas habían citado a su persona a una reunión en la casa del ex capitán de Nekoma, a lo que Akaashi de inmediato cuestionó si Bokuto podía asistir. La respuesta tardó al menos cinco segundos en ser dada, y cuando aceptaron, pudo percibir cierto temblor en sus vocablos, indecisión, miedo. . . No. Nuevamente se dedicó a espantar tales tonterías, dando como respuesta un simple asentimiento de cabeza para darles a conocer que aceptaba; seguramente su chico saltaría y gritaría para manifestar su emoción.

En cuanto oyó el chirrido de la puerta principal anunciando la llegada del dueño de su corazón, agitó su rostro para ahuyentar todo tipo de pensamientos con respecto a aquella problemática que probablemente fuera su imaginación y paranoia ahora que todos tenían cosas que hacer. Quizás solo se extrañaban y se negaban a aceptarlo o se tratara de otra cosa, no lo sabía, pero si tenía en cuenta la personalidad impulsiva de quien ahora cruzaba el marco de la hoja de madera hacia la sala estar, podía confirmar que si algo hubiera sucedido, él se lo hubiera dicho.

— Buenas noches, Bokuto-san.

— ¡Akaashi! ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste? ¡Yo si te extrañé! ¡Me moría por venir a verte! —No fue sorpresivo el como el de los topacios dorados envolvió su cuerpo en un protector abrazo, otorgando en la dermis de sus mejillas suaves ósculos, lugar que enseguida comenzó a tornarse de tonalidades bermejo que acrecentaban su vigor en nebulosos tonos mayores. Giró sobre su propio eje para igualmente corresponder a la acción foránea, entrelazando sus dígitos por detrás del cuello impropio para posteriormente seguir con un encuentro entre sus labiales más profundo, ambos danzando sobre los belfos impropios en oscilaciones cariñosas hasta que casi al unísono, soltaron una risita. — ¡Nada mejor que recibir un beso de tu parte apenas llegar! Disculpa por llegar tarde. . .

— . . . También te extrañé, no sabes cuánto. . . —En un intento logrado de erradicar aquella ardentía presente en sus mofletes, emitió suaves y casi imperceptibles suspiros para recuperar su habitual semblante. — Ya cenaste allá ¿Cierto? Preparé el baño para que puedas darte una ducha. Y no te preocupes, sabes que entiendo que estés ocupado, además de que ya aprovechamos el tiempo que tuvimos el fin de semana.

Bésame una última vez, Bokuto-san.Where stories live. Discover now