—Hola.—Saludé al chico cuando estuve suficientemente cerca del puesto.
Él me miró expectante, esperando a que le pidiera algo de lo que ofrecía. Yo solo me quede pasmada y no pude decir otra palabra. Por unos segundos lo analicé: Su pelo era de un castaño cálido, su piel era muy pálida y sus ojos, ¡Dios sus ojos! Son de color verde; un verde demasiado hermoso en mi opinión. Es muy guapo.
Me tomo mucho esfuerzo el solo decir «Hola» y ahora ¿qué hago? Esto es muy incómodo.
—Hola, emm ¿necesitas algo? ¿quieres algo dulce, bebida o palomitas?—Preguntó levantando una ceja. Creo que se dio cuenta del charco de baba que provocó en mi.
Era ahora o nunca. Sentí como mi boca no me dejaba decir la estupidez que me amiga me había asignado. No soy de ligar a muchos chicos y aunque él no estuviera nada mal, osea no, no estaba en mi naturaleza ser coqueta.
—Tú... Emm yo... Quisiera... Emm—Pronuncié casi inaudible y tartamudeando. Él fruncio el ceño sin entender nada de lo que decía.
¿Algo puede salir peor? Estoy pasando la vergüenza de mi vida. Tragame tierra. Cuando regresé, si estoy viva aún, mataré a Tali. ¡Lo juro!
—¿Puedes hablar más claro? No te comprendo.
Miré hacia mis costados y pude captar la atención de Talia. La cual me miraba sonriente. Se burlaba de mi, para ser clara.
Tomé aire y lo miré de frente. Era ahora o nunca, ya no importa. No volveré a este cine, me mudaré a Noruega y conseguiré a un Grey más pasivo, me cambiaré el nombre. Listo, todo planeado.
Respira, respira, respira. Dilo.
—¿Me darías tu número de teléfono?—Lo dije tan rápido y sin pausas, que se quedó aturdido y no me contesto.
Lo analizó por un rato, lo procesó, me miro fijamente y sonrió.
—Claro.—Respondió. ¿Qué? Acaba de decir que sí. No, esto es obra del demonio, o de Talia. Talia da más miedo que el demonio.
Este chico tiene algo malo. En definitivo. ¡No me ha rechazado! Si yo fuera él y un extraño se me acercará para pedirme mi número lo más seguro es que le diga "Oops, no me lo sé" o alguna excusa para esquivarlo.
Buscó una servilleta, y en ella apuntó el número. Me lo dio, yo aún no me lo creía de la impresión.
Me quede unos segundos ahí, pasmada. Esto tenía que ser una broma. Esperé a que me dijera «oye es una broma» lo cual nunca pasó.
—Te quedarás ahí, ¿o quieres un beso?-Mencionó divertido. Yo lo miré seria.—Va, es broma, pero si es así, no te daré un beso sin la primera cita. Así que ve diciéndoselo a tu amiga, que no se vaya tan rápido.
¿Qué? ¿habia escuchado la conversación de Talia y yo? ¿qué estaba pasando? Esto es raro, y a la vez muy incómodo.
—¿Cómo sabes eso?-Pregunté, cruzándome de brazos. Este chico va de raro a acosador en cuestión de segundos.
—Digamos, que no son muy discretas—Respondió restándole importancia, levantando sus hombros—Bueno, hasta luego, tengo que seguir trabajando. Espero tu mensaje, chica que no me sé su nombre.
Okay, tenia razón. Que digamos nosotras no somos nada discretas, lo acepto.
—¡Oh! Cierto— Dije dándome una bafetada mental-. Mi nombre es Laura, mucho gusto —Dije dándole la mano. Él la tomó con gusto—. ¿Cómo te llamas?
Teníamos que ser normales, ¿no?
—Es un secreto que tendrás que descubrir, mientras, llámame chico cinema.— Y a la mierda la normalidad.
Yo fruncí el ceño en mi confusión, pero él solo me guiñó el ojo. Ahora se quiere hacer el chico misterioso, okay ¡esto no es una película de vampiros! ¿y si es un vampiro? ¡yo no quiero que me chupe mi presiada sangre! Compraré estacas, por siacaso.
No, no, no. Creo que me estoy volviendo loca y mi imaginación se desborda. Los vampiros no existen. Aún así no entiendo a que quiere jugar.
¿Dios, en que me he metido? Yo soy y sigo siendo la virgen María delante de Talia. Eso me pasa por estar jugando con fuego y ya me queme.
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Chico cinema
Teen FictionLaura nunca debió elegir reto, mientras estaba jugando ese famoso juego, con su amiga después de salir del cine. Nunca debió jugar con el fuego, sin esperar lo peor de el. Hasta que tuvo que hacerlo, tuvo que ir. Tuvo que decir las famosas palabras...