Prólogo. Cómo conocí a vuestra líder.

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Prólogo. Cómo conocí a vuestra líder.


  Aún recuerdo el día fatídico que cambió mi vida. 

  Sería difícil olvidarlo, ya que ocurrió hace escasamente tres semanas, pero me moría de ganas de empezar este diario así. Era un precioso día de verano y, en mi ciudad, el calor era demasiado abrasador para mi pobre Glaceon, quien me despertaba puntualmente a las 6:00 de la mañana para poder dar su paseo del día sin salir en llamas. Así pues, como todos los días de verano desde que había terminado el primer curso de la universidad, me vestí de sport, agarré una botella de agua y salí trotando de la casa, con Glaceon siguiendo mis pasos sin tratar de adelantarme. Afortunadamente, había un gran descampado prácticamente al lado de mi casa donde nadie pasaba y que, accidentalmente, se había convertido en el particular lugar de entrenamiento y de relax de Glaceon. Nada más abrir la desvencijada puerta, Glaceon se descontroló y entró a toda velocidad, sin darme tiempo a pedirla que se quedara quieta mientras miraba si había otros Pokémon. Recuerdo que sonreí viendo a Glaceon saltar y correr libremente, ya que amo esos pequeños momentos que paso con ella. Sentada en la hierba, oliendo el césped húmedo gracias al rocío de la mañana, pensaba que esos momentos de quietud eran lo que más apreciaba de mi tranquila vida en ese pueblo apartado de España. Sin agobios, sin gritos, sin calor sofocante...

Me recliné hacia atrás, dando con la desvencijada valla de madera que rodeaba todo el descampado. Glaceon hacía de las suyas (es decir, crear montones de "esculturas" de hielo que más tarde se derretirían bajo los 40 grados centígrados y que provocarían que a la noche todo estuviera lleno de barro y, por consiguiente, ella terminara rebozada en barro y yo terminara también rebozada en barro), aportando un poco más de fresco al ambiente. Nada podía quebrar lo perfecto de esa mañana.

  Y el cielo se abrió.

  Mi cerebro, demasiado distraído, tardó en procesar la información de lo que acababa de ocurrir. Para cuando mis ojos enfocaron aquel enorme agujero negro que rompía en dos mi querido cielo azul, un Pokémon de tonalidades rojas caía de él y, detrás de ese Pokémon, una figura humana. Mi cuerpo se contrajo por el miedo y me levanté como impulsada por un resorte, lanzando un silbido agudo a Glaceon quien, afortunadamente, obedeció a la primera. A mi lado, Glaceon se puso en posición de defensa mientras yo pensaba en diferentes estrategias para que ella ejecutara. O eso es lo que me gustaría decir, ya que Glaceon sí se puso alerta, pero yo comencé a temblar como un pudin mientras estaba blanca como la nieve (al menos es lo que comenta Anika para burlarse de mí, pero vamos, que digo yo, ¿cómo narices iba a saber ella cómo estaba si ni tan siquiera ha aparecido realmente en mi relato aún? ¡Ni siquiera estaba a mi lado para saber cómo estaba yo! A veces ella me desespera).

  Con una tensión acumulada en mi espalda que no era normal, esperé a escuchar el impacto del Pokémon y de la figura humana contra el suelo, sin embargo jamás llegó a producirse. Unos momentos antes de llegar a tocar el suelo, una luz demasiado brillante para mi sensible retina se extendió por el descampado y un torrente ardiente salió disparado hacia todas las direcciones. Tuve que protegerme con mis brazos el rostro, en un intento desesperado de protegerme de esa oleada de calor y achiné los ojos en un acto reflejo. Glaceon, la pobrecita, se resguardó detrás de mí: el fuego era, obviamente, uno de sus peores enemigos. Cuando la ola de calor se disipó, se pudo ver la hierba tiznada de negro, y mientras más nos acercábamos a la figura humana, más oscura era esa misma hierba carbonizada. Al llegar a su lado pude notar, con verdadero asombro, que no era un Pokémon y un ser humano viviente (aunque en aquellos momentos pensaba más que estaba "muriente", por favor que suenen risas enlatadas en este momento); sino dos Pokémon y su entrenadora. Más asombrada aún, me di cuenta que no se había quemado ni un solo centímetro de ninguno de ese trío. De los Pokémon era más predecible, los dos eran tipo fuego: un Arcanine bastante intimidante y un Talonflame que debía haber agotado con las reservas de petit-suisse cuando salió del cascarón. La entrenadora, que en su momento pensé que rondaría sobre los treinta y pocos años (cuando se entere de esto me mata, pensad en una estela bonita para mi funeral queridos y poco conocidos lectores), estaba inconsciente, rasguñada, sin una sola quemadura. Sus ojos estaban cubiertos por unas gafas de sol, muy oscuras, de estilo aviador; su pelo era rojo granate por el nacimiento y pasaba a un rojo sangre hasta acabar en un rojo anaranjado ardiente como las llamas de una hoguera. Las facciones de su rostro eran duras, y sus mejillas estaban cubiertas de heridas y tiznajos negros. Su labio roto emanaba un leve hilo de sangre, e inmediatamente noté cómo todo el calor de mi cara se desplazaba al Inframundo, ya que le temía demasiado a la sangre. Del cuerpo no pude ver si estaba lastimada, ya que una chaqueta de cuero negra, unos mitones también del mismo material y tono, unos pantalones estilo militar en tonos grises y unas botas que le llegaban hasta la mitad de los gemelos (sí, también negros y con hebillas, sé que lo habéis pensado) la cubrían por completo. Recordando mis pocas clases de primeros auxilios que me enseñaron en el Instituto la coloqué en posición de defensa por si las moscas y tal vez hice lo que peor pude haber hecho en ese momento (Anika acaba de entrar en mi cuarto y tras cotillear el último párrafo ha asentido enérgicamente, llamándome cabeza hueca. ¡Por todos los Dioses, eso ocurrió hace 3 semanas! ¡Ahora soy una adulta responsable! O eso creo...): miré hacia el gran agujero negro del cielo y la sombra de un enorme Pokémon inundó el descampado.

  Un desagradable escalofrío recorrió mi cuerpo en cuentión de milisegundos.

  Giratina acababa de emerger de ese enorme agujero de gusano e iba acompañado de un chico de unos veintitantos años, pelo oscuro, ojos más oscuros, ropa demasiado oscura. Glaceon, quien al salir el Señor de las Tinieblas también había alzado la mirada, se puso de nuevo en posición de combate, y menos mal que sus reflejos eran mejores que los míos: en un momento creó una cúpula de hielo que nos protegió a los cinco del poderoso Hiperrayo que lanzó Giratina. Las esquirlas del hielo impactaron sobre mis brazos, mi cara, mis piernas, produciendo leves rasguños que comenzaron a sangrar. Como la damisela más estúpida del mundo, me desmayé al verlo.



Sé que es muy cortito pero solo es el prólogo :3 para compensar incluyo las tres primeras líneas del capítulo siguiente.

¡Y que viva el Saco Imperio de Alisannia!

Adelanto capítulo 1:

  Desperté al poco, sofocada y envuelta en un asqueroso sudor frío. Me incorporé rápidamente, otra de las tantas malas decisiones de mi vida, ya que me golpeé contra algo muy duro. Y fue en ese momento en el que un par de ojos negros como pozos me fulminaron al instante.

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⏰ Last updated: Jul 26, 2017 ⏰

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El Sacro Imperio de Alissania contra el mundoWhere stories live. Discover now