Era verano.
Húmedo, caluroso pero perfecto.
Lo recuerdo porque esos meses de nuestra vida fueron como el MDMA debajo de nuestras lenguas. Euforia, hermosura, lujuria fugaz. Estás en lo más alto para después dejarte caer en lo más bajo sin ningún paracaídas o alguna cosa que te pudiese salvar la vida y no llegar a estampar tu cara contra el duro y frío suelo del invierno.
Recuerdo también los días y las noches calurosas pero perfumadas con obsesión y vicio, y a causa de eso, todo nuestro armario tirado por el suelo de tu habitación. Pero no nos importaba nada, ni el calor para confundirlo con más calor, ni desvestirnos después volvernos a vestir.
Y recuerdo también que me llamabas dulce psicópata, sí, recuerdo la primera vez que me lo dijiste con esos labios, sin formar ni una sonrisa, con tus brazos cruzados, como respuesta a mi comentario de que mi mente pensaba y pensaba en tu forma de hablar, tu forma de como colocabas las palabras una tras otra, cuando hacías una pausa corta, larga, o cuando no hacías ni pausas y después te venía la tos por coger tanto aire. Y es que todos tus movimientos eran como el vodka lima que me invitabas cada vez que salíamos de bares, me los bebía todos sin que me sobrase ni una gota.
Y como una droga, tuvimos la adrenalina en nuestras manos, en nuestros besos y en nuestras almas, pero me quedé atrapado por un momento en ti, en tu adrenalina, y eso si que nunca me lo podré sacar de mi mente, Ryunosuke.
Nuestra relación como pareja, nuestra cosa, progresaba. Deje a todos mis contactos de la Agencia para sentarme en el infierno a tu lado. Y estuvo genial y ahí te dije:
-Somos los mejores, nos colgarán en el Louvre. Atrás del todo, pero a quién le importa, sigue siendo el Louvre.
Me sonreiste y me contestaste:
-Sé que no somos nuestro tipo, pero aún así nos enamoramos. Somos unos idiotas que nos queremos mutuamente y nos cegamos por eso.
¿Por el amor?
Continuaste:
-No hay nada malo en eso, algo supernatural, ¿no?
Nos acercamos más y más hasta que pudimos sentir todo.
Para que después me dejases la boca y el cuerpo con ganas de más besos de los tuyos, hasta que yo te volvía a tomar y a retomar. Con más ganas cada vez, con esa adrenalina que era imposible de quitar.
Queríamos más de todo y nos lo dábamos porque eramos conscientes de que si no lo teníamos explotaríamos en locura.
Lo que me está pasando ahora.
Vuelve.
De ahí donde estés.
Porque te necesito, mi Ryunosuke.Cuando vuelvas pone un megáfono en mi pecho, que se oiga ese boom, boom, boom y haz que todo el mundo lo baile.
Como bailáremos todas las noches juntos cuando nos volvamos a ver.
De momento solo me queda cerrar los ojos y sonreír cuando te veo en la oscuridad de la noche, aún nos tienen que colgar en el Louvre.