Lo peor en mi vida es ya haber perdido la capacidad de creer; creer en la esperanza, en el futuro, en las promesas, en la vida. Con cada segundo marcado por un reloj, lo único que atraviesa mi mente es: ¿Y qué?
Porque parece que mi alma está tan vacía que ni la vida misma parece tener sentido, que pensar en la muerte no me causa miedo o angustia, sino anhelo. Anhelo del descanso que aún no tengo merecido y que mi corta vida no comprendo, pero es más sencillo pensar que algún día moriré a aceptar que no estoy haciendo nada por vivir.
En mi hay un fuego latente que ruega por ser encendido y arrasar con todo a su paso, no obstante, hace falta la chispa de valentía que encienda eso en mi interior.
En mi mente, no me hace falta nada, ni el amor, ni la gratitud, ni el dinero, ni la emoción, ni la felicidad, ni la vida. Sólo vago por ahí, con la mirada vacía, un reflejo de lo que llevó dentro, nada especial ni gratificante, sólo tiempo perdido en la edad que se muestra en mi piel.
¿Por qué me siento al borde de la muerte cuando todos me Susurran que es apenas el inicio? ¿Acaso comprenden la manía en mi interior? ¿Acaso saben de que desaliento hablo en este escrito? ¿Acaso me conocen?
No lo hacen, parece que hablaran sin comprender, sin saber que es estar en este cuerpo muerto e insensible, sin entender a un alma que esta lista para marcharse, sin asimilar la carencia de todo y ante todo, porque eso no importa en absoluto.
¿Por qué debería saber las respuestas?¿Por qué debería sentirme segura? ¿Por qué debería escoger lo que para los demás son "decisiones correctas"? Cuando en mi corta vida me siendo a un paso de la muerte, cuando por fin puedo dejar el cuerpo muerto en el que estoy atrapada, cuando tengo la oportunidad de dejar todos esos miedo e inseguridades detrás sin necesidad de enfrentarlo.
Tal vez haya algo que pueda devolverme la vida ¿Pero vale la pena esperar para que eso ocurra?
Te diré algo antes de concluir con este perverso pensamiento. Aquellos que se quitan la Vida son una ambigüedad; porque son valientes al renunciar al mayor regalo que les ha sido otorgando, pero también son cobardes porque fueron incapaces de enfrentar las adversidades que aquel presente incluía y prefirieron negárselo, elegir la alternativa osada y fácil, decirle adiós a la vida para no enfrentar sus miedos.
¿Seré también una ambigüedad? Quizá, así podría dejar la cárcel mortífera que representa el envase que protege mi ser y despedirme de todo aquello que me atormenta... Aunque seguramente lo único que torturaría a mi apenada alma en el descanso eterno, sería la Pesada carga de haber elegido el camino fácil sin luchar y mostrar de qué sería capaz.