Con una mezcla de sorpresa y repulsión, Louis se dio cuenta de que lo que había encontrado era una trampa para aquellos que, como él, buscaban lo inusual. El joven exhibido era una víctima del comercio ilegal, una realidad que había sido ocultada tr...
La mesa estaba impecable, dispuesta con una precisión que solo alguien como Louis Tomlinson podría lograr. Dos platos idénticos se encontraban cuidadosamente alineados, cada uno con una generosa porción de arroz blanco perfectamente cocido y un trozo de carne de res bañada en una rica y brillante salsa de vino tinto. El aroma cálido y envolvente del plato llenaba la habitación, creando una atmósfera acogedora que parecía suavizar cualquier tensión previa. Pero no era el único detalle notable en la mesa. Frente a cada asiento, junto a los cubiertos perfectamente alineados, había una pila de papeles que inevitablemente llamaba la atención, añadiendo un matiz intrigante a la escena.
Desde el pasillo, la voz firme del abogado resonó, clara y autoritaria.
—¡La cena está lista!
No tardaron en oírse pasos apresurados desde la sala, seguidos de la figura de Harry apareciendo en el umbral. Su cabello rizado enmarcaba un rostro lleno de curiosidad, y su expresión delataba un leve aire de expectativa que no intentaba ocultar.
—Cena primero, luego hablaremos sobre los papeles —anunció Louis al verlo, señalando con un gesto que tomara asiento. Él ya estaba acomodándose, su postura reflejando la calma y control que le eran característicos.
El joven obedeció, dejándose caer con naturalidad en la silla asignada frente a él. Sin embargo, no pudo resistir la tentación de lanzar una mirada inquisitiva hacia los documentos apilados frente a su asiento.
—¿De qué son? —preguntó con evidente interés, sus ojos paseándose por las hojas como si pudieran revelar su contenido por sí solas.
—¿Qué dije?
Harry se encogió ligeramente de hombros, bajando la mirada como si hubiese sido sorprendido en falta.
—Lo siento, a veces no puedo controlar mi curiosidad.
El abogado mantuvo su expresión seria por un momento, pero pronto dejó escapar un suspiro que pareció disipar la tensión inicial. La conversación se desvió hacia un tema más ligero cuando Harry comenzó a hablar animadamente, incapaz de contener su entusiasmo. Con detalle y entusiasmo, relató la otra película que había visto mientras Louis preparaba la cena.
No olvidó mencionar cómo había terminado casi todas las golosinas que él le había dejado en la sala.
—Creo que necesitaré reponerlas pronto —bromeó, dejando escapar una risita antes de tomar un sorbo de vino de su copa, un gesto elegante pero despreocupado.