Prólogo

19 1 0
                                    

Otra vez en esa casa tan grande y vacía en la que se encerraba así misma. Tantas puertas con tantos secretos detrás, y todos guardados por una sola persona.

- ¡Señorita Shine!

Bueno, más bien por dos personas.

- Carlos, ya sabes que no me gusta que me llames señorita- Shine mira a su viejo amigo con una mirada desganada-.

- Le llamo señorita porque soy tu mayord-

- No. ¡Ya sabes que no me gusta decir eso de ti! Y aún menos habiéndome ayudado tanto durante todo este tiempo. Simplemente eres alguien que se hace cargo de esta casa enorme cuando no estoy aquí. Y bueno, alguien que también me ha ayudado demasiado.

- Y tanto... Yo creo que a estas alturas si no fuera por mi, tú y este "almacén de antigüedades" estarían en el olvido perdidos.

- Estás en lo cierto, y por eso te estoy tan agradecida.

Acto seguido le da un abrazo y baja corriendo las escaleras para ver las noticias.

-Bueno, a ver qué nos espera hoy.
Shine siempre ha tenido que estar muy atenta a lo que suele pasar en el día a día ya que su obligación como algunos ya sabréis es proteger a toda la vida posible. Pero tampoco es tan necesario que las mire, porque gracias a sus poderes ella pue-

- ¡Oh, creo que está pasando algo!

- ¿Cómo lo sabes, señ- Digo, Shine?

- Ya sabes, por si acaso siempre tengo activado un poder que me indica cuándo hay problemas en cualquier parte.

- Sí, es verdad. Lo siento estaba demasiado ensimismado en la televisión como para acordarme.

- Suelta una pequeña carcajada-. Tranquilo, ya lo he notado. Vamos a ver de qué se trata.

Una de círculo brillante de color amarillo aparece en medio de la sala. Son los portales que utiliza Shine para transportarse.

- Nos vemos pronto.

- Hasta luego, Shine. Y recuerda, ten cuidado.

---------------------------------------------------------

- Hola, Shine. Cuánto tiempo. ¿Qué te trae por aquí?

- Tengo que rescatar a alguien, pero el problema es que este está en el vacío.

- ¿Cómo que en el vacío?

- Sí. Parece ser que un esperimento le salió mal y acabó allí.

- Extraño que pasen este tipo de cosas sin que me entere. Pero hablando de un sitio en el que no hay ni espacio ni tiempo, supongo que no será tan fácil saber lo que pasa por ahí.

- Exacto, y por eso también necesito de su ayuda. Al tratarse de un sitio así, de momento no puedo ir por mi cuenta, no podría salir. Por eso necesito que sea usted el que abra el portal, porque de momento sabe más de este tema que yo.

- Cierto. Aún así sigue siendo peligroso, ¿lo sabes?

- Sí, pero es mi cometido, y fue usted mismo el que me lo encomendó.

- Tienes razón. Ante eso no puedo discutir. Pero he de pedirte una cosa: Estáte atenta a mi voz, es la única cosa que te podrá guiar allí.

Lejos de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora