Enamorado

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Ni pregunten por qué se me dio por la idea hetero, pero bueno, quedó así. 

No más, allá va... 

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Samanta mira a su mejor amigo y tiene ganas horribles de comerle la boca a besos.

Pero no, porque es reservada y tiene que cuidar su apariencia de nena bien, porque no le gusta la idea de quedar como una muchacha fácil que cede ante las sonrisas y los ojos brillantes, ante el carisma simpático y los halagos de aparente sutilidad por su apariencia, por su carácter y su forma de ser, provenientes de alguien que además ya tiene pareja.

Sí sabe ya que es bonita, que se porta bien, que es buena compañía, que sin ella nada es lo mismo a su alrededor.

Pero eso último no deja de halagarla y romperle las pelotas, que no tiene, al mismo tiempo.


Entonces aparece Martín, sonriéndole y dejándole un vaso con lo que mandó a pedir, se le acerca carismático e insinuante, con toda la galantería y lo canchero que puede llegar a ser.

Y no puede evitar que le guste, sería hipócrita e idiota decir que no es hermoso cuando la luz le pega en el pelo rubio tan brillante y le resalta los ojos verdes y pícaros.

Lo que le gusta de Martín es que, riéndose con él, se olvida de su mejor amigo y su pareja, se olvida de que el corazón le aprieta. Y está bien.

Está bien que le pase un brazo por los hombros, que le susurre cosas al oído para comprársela e intentar hacer que su corazón salte por los aires.

Y le gusta que lo logre un poquito, que el aliento calentito tras su oreja le erice la piel y las manos en su cintura sean firmes y grandes, que los brazos la envuelvan y hagan sentir deseada.

Samanta sabe que le gusta muchísimo a Martín, que tuvo el poder fácil de hacer caer al argentino a sus pies y de hacer que se muriera de ganas porque fuera suya. Aunque Hernández se las dé de indomable y de imposible de enamorar, sabe la uruguaya que está muerto con ella, que le encanta y que le tiene tremendas ganas.

Y lo que le gusta a Samanta de eso es que ella también le tiene tremendas ganas.

"Dame un beso, bo."

Y Martín sonríe ladino y se le arrima despacito y acechante, como digno zorro busca mimos que, en el fondo, quiere morder.

"¿Y después?"

"Y después te beso yo a vos~"

El argentino se ríe despacio y la besa igual, saboreando con cuidado los labios suaves de la chica, que le envuelve el cuello y apresura el paso.


Martín asegura que no está para nada enganchado.

Nunca estuvo enamorado en serio, toda relación fue clandestina y sin amor, todo a base de deseos pasajeros que acababan después de la primera noche.

Pero le queda gustando tanto la inesperada intrusión de boca de Samanta...

Le queda gustando tanto la sensación de su cintura fina en sus manos, de su pelo rubio castaño lloviéndole largo por la espalda y los ojos castañitos tras los anteojos de marco fino, que la chica se pone de vincha cada vez que lo besa.

Le gusta que ella quiera comerle la boca cada tanto tiempo, de la nada y mientras pasan boludeando como normalmente hacían hasta antes de eso.

Porque conoce a Samanta desde que son chiquitos y sabe que ella no es fácil, sabe que mira con otros ojos a alguien que no es él y no tiene ni la más puta idea de por qué mierda se empezó a fijarse en su persona (aunque claro, es un groso, sabe que en lo físico puede competir con cualquiera, solo que nunca esperó llamarle así la atención a ella).

Enamorado [ArgNyo!Uru][One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora