Los copos de nieve caían sobre el tejado de las casas en un reconocido vecindario. Mientras luces adornaban las ventanas y los villancicos se escuchaban en cada esquina, una familia celebraba aquella época navideña con todo el gozo del mundo al presentar un regalo muy particular ante su primogénito.
—¡Taka! Es tu turno de abrir la sorpresa que trajo tu padre —comentó una dulce mujer sosteniendo un par de guantes de piel entre sus finas manos.
—¿Por qué la caja es tan grande? —le cuestionó el joven sentado bajo el árbol navideño, extendiendo los brazos para alcanzar el presente llevado por su padre— ¿Al fin me compraron la pintura que vimos en la galería el día de mi cumpleaños? —sus ojos mostraron un brillo de esperanza.
—Todo a su tiempo, querido.
—Mei, no le des ilusiones al chico —el hombre dejó una gran caja frente a su hijo, estaba envuelta en papel rojo y rodeada con un moño dorado. Se tambaleaba un poco—. Feliz navidad, Takanori.
El mencionado retiró la cubierta con curiosidad al notar movimiento en la caja. Con algo de nervios miró el interior y casi sintió su corazón detenerse al irse de espaldas contra el árbol con una pequeña bola de pelos regando baba en su cara.
—Vaya que es lindo —rió con gracia la madre de Takanori, se levantó de su asiento y retiró un cachorro con pelaje en tonalidades marrón, grandes orejas y muy contento de recibir a su nuevo dueño.
—¿Qué clase de monstruosidad es esa? —exclamó en cuanto pudo incorporarse y quitar con desesperación los restos de saliva por su mandíbula.
—Se llama Reina y es tu nueva mascota
—¿Mascota? ¿Un perro? ¡Yo jamás quise un animal aquí!
—¡Takanori! —por primera vez su madre alzo la voz—, tienes que aprender a hacerte responsable y preocuparte por algo más que no seas tú mismo —dio unos pasos al frente y, a la fuerza, puso al cachorrito entre los brazos del joven—. Hijo, es una compañía, nunca quieres salir ni relacionarte con los hijos de nuestros conocidos, por favor, al menos da un pequeño esfuerzo y cuida de esta pequeña.
—Además, cuando eras pequeño, no había día en que no exigieras un perro
—Eso es diferente —Takanori dio media vuelta sosteniendo a Reina contra su pecho—, he crecido y por lo mismo no me llama querer establecer lazos externos a mi familia. Si les preocupa que me vuelva solitario lo comprendo, pero no quería hacerme cargo de... un animal.
—Hijo...
—Aun así, supongo que no puedo librarme de esta —sonrío y acarició ligeramente las largas orejas de su nueva perrita— al menos no pasaré frío en mi habitación sólo esta noche.
Ambos padres e hijo rieron acompañados por los animados ladridos de Reina. Takanori no pudo evitar reprimir el disgusto inicial al mirar los redondos y grandes ojos de aquella Cocker Spaniel bellamente acurrucada en él.
Ya estando en la oscuridad de su habitación, se recargó contra uno de los mástiles que rodeaban su cama, dejó salir un gran suspiro. Un pequeño escalofrió recorrió su espalda. Continuaba sosteniendo a Reina y cuando la dejó sobre el colchón sintió frío en el área donde había estado momentos antes, inconscientemente sonrío al ver al animalito dormir plácidamente a centímetros de las grandes almohadas ante su cabecera. Fijó su vista en la ventana que parecía tener cristales incrustados debido a la baja temperatura y procedió a cerrar las cortinas, desatando las cuerdas en medio de cada una, acomodó perfectamente ambas telas vigíe.
Una vez con su ropa de fiesta en una esquina para lavar al día siguiente y una gran bata puesta, se dejó caer sobre la cama, olvidando a Reina la cual soltó un pequeño quejido al ser aplastada por su dueño
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LA DAMA Y EL VAGABUNDO [REITUKI]
FanficUn vagabundo que va por la vida sin rumbo alguno tenía su primer capricho, lo más inalcanzable que había deseado. Recordaba sus años de niñez y no se comparaba con el anhelo que sentía en su pecho cada vez que lo veía al otro lado de la calle. Había...