Esa noche no pude dormir, la esperaba otra vez, el fantasma que me atormentaba las noches y los días, se metía en mis pensamientos...
¡Que va! La necesitaba para vivir.
Me pare y fui al comedor a esperarla , pasaban las horas, 11, 12 y no aparecía.
-¿Donde estas, amor? -me lamente; mi confusión y mi dolor estaban en aumento.
Ella venia todos los días, ¿Que había cambiado?
De repente la vi, una figura blanca en la oscuridad, una luz en mi corazón, un brote de esperanza.
Me acerque para hablarle:
-Cariño, ¿Que te ha demorado esta noche?
Intente tocarla pero no me dejó.
-No me toques, ya te lo dije. Nuestros días están contados.
-Pero... ¿Cómo? Tu eres el fantasma de mi pasado.
-Pero estas olvidándome, superándome.
-¿Qué? Eso es imposible, yo te amo.
-¡Te equivocas! Me amabas, me amaste. ¿Recuerdas? Soy parte de tu pasado.
Y desapareció sin dejar huella.
Ella tenia razón, estaba olvidando...
