Our hands, intertwined

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Yaku suspiró, por lo que su madre le dio una pequeña palmadita en la espalda, instándolo a caminar hacia el gran edificio que estaba enfrente de ellos. Se sujetó fuertemente de las muletas, acomodó como pudo su bufanda y empezó a dirigirse hacia la puerta, seguido por su mamá.

Hace casi tres semanas atrás, en los inicios de Octubre, Yaku estuvo involucrado en un accidente automovilístico. Venía de regreso de una excursión por parte de su universidad, era de noche, y estaba lloviendo demasiado fuerte como para estar conduciendo en las calles, cuando un camión de carga chocó el autobús en el que venía el chico con su grupo, causando que otros dos carros chocaran, haciendo un desastre total en la carretera.

Yaku no tuvo la mejor de las suertes, pero tampoco la peor.

Cuando las ambulancias llegaron, el chico se encontraba en un estado de semi inconsciencia; su cabeza le dolía terriblemente y no podía escuchar bien a los paramédicos que trataban de ayudarle. Sentía un zumbido en sus oídos y, por más que trataba de sacudir su cabeza para evitarlo, el zumbido no se detenía; así como era inútil su arduo intento de leerle los labios a la chica trataba ayudarlo, pues no lograba saber qué le pedía. Sus ojos se nublaron, dejando escapar unas pequeñas lágrimas, y, sin poder contrarrestar su malestar, terminó desmayándose finalmente debido a la gran pérdida de sangre que brotaba en gran cantidad de uno de sus oídos y su pierna izquierda.

Cuando despertó, se encontraba completamente desorientado, no podía enfocar correctamente y su cabeza le dolía horrores. El zumbido permanecía ahí, no lo dejaba en paz y estaba a punto de perder la paciencia. Decidió cerrar sus ojos un momento y calmarse, así podría pensar con mejor claridad. En cuanto los abrió, logró captar la cabellera de su madre que se encontraba dormida en un pequeño sillón a unos metros de donde él estaba recostado.

Sintió que alguien abría la puerta y trató de acomodarse, pero apenas tenía fuerzas para moverse, así que al final sólo pudo soltar un lastimero lamento.

—Por favor, no se mueva, Yaku-san, podría lastimarse con la intravenosa. —Era una enfermera la que había entrado y le había dirigido aquellas palabras. Pareció decidir que era el mejor momento para poder despertar a su madre, por lo que se dirigió con prisa hacia ella para poder hacerlo.

Morisuke quedó confundido. Había visto claramente a la enfermera mover sus labios y decirle algo, sin embargo, no logró captar ningún sonido proveniente de su boca. Trató de pronunciar algo, mas su garganta estaba demasiado seca y sólo lograba producir carraspeos y quejidos de dolor.

—N-no... —Fue lo único que logró emitir de su garganta, aunque en vez de relajarlo, lo alarmó incluso más. No podía oír su propia voz y eso le provocó un estado de alerta y de ansiedad; su respiración se aceleró cada vez más junto a los latidos de su corazón, haciendo que una de las máquinas a las que estaba conectado empezara a repiquetear más y más fuerte.

La enfermera volteó a verlo para ver qué hacia para provocar ese tremendo alboroto cuando notó la cara de pánico del pequeño chico. Inmediatamente, salió de la habitación y se dedicó a buscar del doctor encargado de Morisuke.

Su madre se dirigió hasta su hijo, bastante alarmada al verlo tan preocupado y removiéndose en la cama de hospital.

—Hijo, todo estará bien. La enfermera acaba de ir por el doctor, por favor espera un poco más —dijo la madre de Yaku en un intento en vano de tratar de calmarlo.

Morisuke trataba de musitar algo entre su ataque de pánico y falta de aire. Sus ojos se posaron en la puerta justo cuando la enferma y el Dr. Hasegawa volvían, pudiendo recuperar al fin un poco de aliento para decir lo que tanto temía y esperaba que no fuera real:

Our hands, intertwined [LevYaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora