Tomaba de mi cerveza, no disfrutaba tanto el sabor pero era demasiada refrescante y hacía mucha calor. Recostada sobre la toalla bronceaba mi piel, la verdad ya me hacía mucha falta, según mis amistades parecía nunca haber visto el sol. Me giré para que el bronceó fuera igual de parejo que mi parte delantera del cuerpo y le pedí a mi mejor amiga que rociara un poco de bloqueador solar en mi espalda para así evitar quemaduras que luego se me harían infernales.
No muy lejos de mí se encontraban las demás porristas de mi equipo y los chichos del equipo de fútbol americano quienes bailaban al ritmo de la música y tomaban alcohol como si fuese juguito de frutas. La música retumbaba por el lugar, y podía ver como uno que otro ya estaba pasado de tragos, incluso una chica no pudo más y vomitó sobre la mesa en la cual se encontraba, muy asqueroso la verdad. Todos se burlaban pero ella parecía no darse cuenta, bastante vergonzoso diría yo. Muchos aprovecharon el momento para tomarle fotos e incluso grabarla.
Giré mi cabeza hacia el lado contrario para no ver más aquella escena de burla. Mi mejor amiga colocaba un poco de bloqueador solar en sus brazos, sentada a un lado de mi. Sonrió levemente al notar que la miraba y brindamos por nuestras pequeñas vacaciones. Al poco tiempo su novio, quién había salido del agua, se acercó y sacudió su cabello mojado sobre ella, para luego comérsela a besos, LITERALMENTE. Era bastante incómodo, un poco más y follaban justo al lado mío.
Fui a tomar un trago más pero ya mi botella estaba vacía, ¡GENIAL! Me levanté y caminé rumbo a la caseta de donde provenía la música y donde se encontraba el resto del alcohol. Había olvidado mis sandalias pero el tacto sobre la arena era muy agradable, un poco caliente pero tan suave y relajador. Me acerqué al chico de la barra y le pedí una cerveza fría de la misma que ya tomaba, no demoró en entregármela y tome un poco de ella. Mientras salía de la caseta di con mi mejor amiga quien me invitaba a bailar, no vi porque no y acepté.
Me dejaba llevar al ritmo de la música, moviendo mis caderas como si no hubiera un mañana y porque no solo las tenía para lucir bien en la ropa. Dejaba mucho a la imaginación de varios chicos pero ni modo, yo simplemente disfrutaba de la música y el sol.
Bailaba con varios chicos quienes tomaban turnos en hacerlo, muy pegaditos a mi y con mucho ritmo. Tenía la sensación de que alguien me miraba y al principio no paré bola, pero duró demasiado tiempo y se me hacía intenso. Giré para ver a uno de los chicos del equipo quien estaba recostado de la barra y tomaba de su cerveza, su nombre era Yoongi o algo parecido, pero lo apodaban cómo Suga. Al notar que lo miraba de vuelta, esté me regaló una sonrisa torcida y luego alzó su botella como si me brindara. Le devolví la sonrisa por cortesía y continué bailando como por una media hora más, el sudor bajaba por mi cuerpo a gota gorda y la cerveza ya no era lo suficientemente refrescante.
Decidí darme un chapuzón y nadar un poco, era la mejor opción para refrescar mi cuerpo. Mi amiga y su novio también decidieron ir a nadar, al poco tiempo varios amigos se unieron. Muchas personas chapoteaban el agua para mojarse unos a otros y la verdad era bastante divertido. Luego de un rato decidí alejarme de todos y tener unos minutos para mi misma. Continué aventurándome cada vez más mar adentro, mis pies ya no tocaban el fondo y simplemente seguí entrando a lo más profundo del mar.
Era tan relajante disfrutarme un momento de paz, hace mucho no lo hacía. Decidí flotar y dejar mi cuerpo ser controlado por la marea del agua, cerré mis ojos por la obvia razón de no poder ver directamente hacia el cielo ya que la luz del sol era bastante potente a esa hora del día. Despeje mi mente y simplemente me deje llevar.
Al paso del tiempo la marea ya no se encontraba igual, no se con exactitud cuánto tiempo realmente había pasado pero la marea comenzaba a azotar. Olas se formaban y lo pude realizar de la peor manera, una ola hizo que mi cuerpo girara y se hundiera un poco y cuando logré salir sobre la superficie nuevamente una ola me azotó provocando que me hundiera una vez más. Al principio no sentía miedo y continué saliendo sobre la superficie como si todo andará bien porque según yo, nada grave sucedía. A los pocos segundos note la gravedad de la situación, se me hacía imposible mantenerme más de diez segundos sobre la superficie y comencé a temer por mi vida. Pero recordé que la regla número uno en una situación como esta es mantener la calma; de otra manera simplemente me ahogaría y moriría.
