Único

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(Preparen su insulina)

💞🤷

Por unos minutos estuvo revisando si los cables estaban en orden, alrededor de tres veces los sacó de su sitio y los colocó nuevamente asegurándose de que no hubiera ningún fallo.
Se fijó en la batería, no estaba al cien por ciento pero poco más de la mitad bastaría. Rodeó el objeto y tras él miró que ángulo fuera perfecto, que se viera la mitad de su cuerpo y que no cortara su cabeza. Enfocó un par de veces hasta que estuvo convencido que estaba todo en orden.

Se sentó en la silla frente a la cámara, se movió un par de veces comprobando concienzudamente que no fuera a quebrarse al echarse para atrás. Era un hábito, rechinar la silla cuando estaba lo suficientemente nervioso como para hablar sobre temas de importancia. Justo al lado de él estaba una mesa redonda pequeña, sobre ella la laptop, varias ventanas abiertas y una ventana del Whatsapp Web de su mejor amigo diciendo:  [¿Está todo en orden? Siempre podemos irnos un par de horas más en lo que te tranquilizas.] Y él contestó: [Estoy bien, lo haremos acorde al plan].

Él estaba seguro que su compañero (de amistad y no de trabajo) conocía perfectamente su sentir y que en éstos momentos él estaría terriblemente nervioso, pero estaba consciente que si dejaba que su poca valentía desapareciera, tal vez no volvería a ser temerario y lo que más desea en el mundo no pasaría nunca, claro, viéndolo desde el peor de los escenarios.

Lo positivo de su amigo se le había resbalado hace diez minutos cuando vio que era la hora, miles de preguntas venían a su mente y todas con respuestas negativas.

Hablar sobre sus sentimientos, siempre fue difícil, hablar sobre lo mucho que le gustaba una persona, fue la cosa más difícil del mundo; incluso más difícil que conseguir trabajo en una agencia para ser compositor, quizás no era la agencia más reconocida de la industria, pero logró lo que deseaba hacer y estaba satisfecho en estar en BigHit. Aún así, nada de éso se comparaba con esto.

Él tenía «tiene» una musa.
Cuando ocupa hacer una canción, buscaba a su alrededor o las vivencias de los demás para poder explicar cualquier tema que le pedían o él mismo quería expresar. Era demasiado sencillo y fluía rápidamente, cuando por fin lo encontró, cuando escuchó su voz todo dio un vuelco porque lo más difícil era aún más difícil y lo más fácil se convertía en difícil. Las emociones que fluyen en él parecían pirañas en su delgado estómago, su corazón se aceleraba, su respiración se hacía forzada, sus manos temblaban y sudaban, buscaba decir algo, pero nada coherente surgía.

Su inspiración no era la misma, muchos adjuntan a que tener una musa da las ideas tan fácilmente que, sencillamente lo ves hecho frente a ti y dices: —Ya está. La suya anteriormente era así, aquello con lo que se inspiraba daba un buen resultado que a él y a muchos agradaba, pero cuando su musa verdadera intervino se dio cuenta que tal vez aquellos mensajes eran infundados, quizás porque no eran sus propios sentimientos y él sólo era un intermediario de su alrededor con el público final.

Su musa hizo líos su cabeza, su musa bloqueó su inspiración de compositor dejando espacio únicamente para él, para su sonrisa, sus pequeños ojos, su abultados labios, su perfecta figura, su hermosa risa, sus diminutas manos, su dulce voz, su Park Jimin. Pero fue el mismo Park Jimin que acomodó los pensamientos logrando darle fluidez a lo que él mismo paró en medio de un caos total emocional. Su musa le dio lo que le faltaba porque entendió que la verdadera inspiración te llena a ti antes que a una hoja de papel y eso hizo Jiminie.

Ahora estaba ahí, sentado esperando a que su amigo escribiera dándole la señal para comenzar con la sorpresa. Respiró hondamente varias veces, limpió el sudor de la palma de su mano en el pantalón roto que trae puesto y dio un cabeceo acomodando su flequillo rubio.

Tenía que pasar » y.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora