No sé cómo se me ocurrió la brillante idea de hacerle caso sobre esto a Alexa, mi mejor amiga.
Ok. Tal vez, no sea del todo cierto. Le hice caso porque estoy cansada de estar soltera, y no estoy soltera porque quiera. No. Estoy soltera porque mi suerte en el amor es nula, cero, nada de nada.
Para hacer un resumen, mi primer "gran ilusión", porque lo que tuvimos nunca se podría llamar amor, fue un asco. Estuvimos saliendo como por un año, todo bien en ese momento, hasta que tuvo que regresar definitivamente a su ciudad natal y me terminó, un catorce de febrero, ¡¿QUIEN DEMONIOS LE TERMINA A ALGUIEN EN EL DIA DE LOS ENAMORADOS?! Oh si, Frederick lo hizo, pero eso no fue lo peor. Lo peor es que al día siguiente subió varias fotos a sus redes sociales, con una chica, y una de ellas los mostraba besándose en una espectacular cena por el día de San Valentín, y por si fuera poco me entero por un comentario de que tenían más de cuatro años de relación. ¡Ni siquiera tuvo la decencia de bloquearme para ahorrarme tanto dolor!
En fin. A partir de allí ha sido desilusión tras desilusión, fracaso tras fracaso.
Ahora son las cinco de la tarde cuando estoy dentro de mi coche al frente de la cafetería donde se supone debo encontrarme con mi cita. Aunque claro es una cita a ciega concertada a través de una aplicación telefónica, aplicación que me sugirió Alexa.
Hablando de ella, debería llamarla.
Por obra y gracia del destino hoy recuerda que tiene teléfono y me contesta al tercer repique.
—Hola, amiga, ¿qué me cuentas? Y por favor dime que no estás utilizando el teléfono en plena cita.
—Hola, mala amiga. No, no estoy hablando por teléfono en plena cita. Pero sí estoy encerrada en mi auto justo frente a la cafetería.
—Espera, espera, espera. ¿Mala amiga, porque?
—Porque fuiste tú quien me propuso hacer esto.
—Si mal no recuerdo, eres tú quien quiere salir de la soltería lo más pronto posible.
—Sí, pero no veo la razón del porqué tuve que hacerte caso con respecto a esta cita a ciega.
—Oh, eso. Bueno eso es fácil de responder. Tú sólo sabes escoger a los patanes, imbéciles, buenos para nada que existen, y posteriormente te hacen sufrir.
—Entonces, ¿por qué no me escoges tú a un chico?
—Nah, yo soy muy quisquillosa y a todos les encontraría algún defecto. Mira, estás perdiendo mucho tiempo encerrada en el coche y hablando conmigo. Así que hazte un favor y ármate de valor, entra allí y ten esa cita. Quién quita y esa aplicación logra que encuentres a tu hombre ideal. Bye, boba, te amo.
—Bye, también te amo.
Antes de salir procuro mirarme en el retrovisor y asegurarme que luzco bien. Sip, cabello liso tan oscuro como el ébano, ojos grises como una tormenta, y piel lechosa. Nada fuera de lo normal en mí.
«Ok. Eres Jessica Phipps, una chica independiente de veintitrés años que solo quiere, por una vez en la vida, tener una relación que valga la pena. Si hay alguien que puede entrar allí y conseguir un hombre eres tú.»
Así que sin pensarlo mucho me bajo de mi auto, lo cierro, y con paso decidido me dirijo hacia la entrada de la cafetería.
Y hasta aquí llegaron mis agallas. Porque el solo hecho de abrir la puerta y escuchar la campana me sobresalta. Y es que todos en el local se giran a mirarme, y pues nunca me he sentido cómoda con una multitud mirándome, por lo general me vuelvo "doña torpeza" y cometo alguna estupidez que termina avergonzándome.
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A la tercera va la vencida
Short StorySoy Jessica Phipps, y mi suerte en el amor ha sido completamente nula, no se si soy yo o es el destino. Aunque todo cambio en el momento que entré en esa cafetería y choque contra él, el chico perfecto para mi, el chico de mis sueños. Claro que para...