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Volvía del colegio, estaba tan cansada, tenía un sueño enorme. Mi padrastro no había podido irme a buscar porque había tenido que salir de casa con mi madre, no los culpaba tenían mucho trabajo que hacer y la verdad no tenía muchas ganas de tener que convivir con ellos, quería simplemente estar en mi soledad. Sabía que al llegar a casa me esperaba un mundo de desesperación, aquella estúpida seguiría diciendo cosas sin sentido, irritantes y provocadoras. Estaría con ese insensato que no se atrevía a dejarla sólo por el buen sexo, y no tendría la casa para mi sola...No podría oír música ni estar segura de cuando pasar y cuando no. Era cómo caminar descalzo en un campo llenos de púas.

Mientras caminaba de vuelta a casa noté que había un heladero cerca de mi casa. Se me antojaba un cono de helado así que corrí hasta llegar a él. El señor, por suerte, estaba con su pequeña hija, la pequeña Lily, no era ningún lobo malo que quería violarme, o siquiera quería masturbarse mientras me veía hacer galletas. Pedí un helado y al pagar noté cómo de mi casa salía mi Hermanastra a toda prisa, se montaba en un taxi y desaparecía delante de mis ojos.

Mis pupilas se dilataron y de inmediato corrí a mi casa. Entré, me quité los zapatos, mi mochila la tiré aleatoriamente, comí mi helado mientras caminaba de manera lasciva por toda la casa, admirando la soledad, admirando el disfrute y el goce del hecho de estar completamente sola. Lamí varias veces mi helado y sólo podía estar extasiada. Reía, cantaba y disfrutaba de aquel lindo momento dónde sólo estábamos yo...y yo. Al terminar el helado subí a mi habitación para poner algo de música. Antes tomé mi mochila y mis zapatos y los subí a mi habitación. Los rayos del sol penetraban suavemente mi habitación, mi teléfono tomaba el control del equipo de sonido, mis canciones favoritas comenzaban a ser mi deleite, mi uniforme comenzaba a ser un estorbo, al quitármelo lo doblé y lo dejé sobre la cesta que estaba dentro de mi armario, busqué un vestido blanco de tiras, muy, muy hogareño.

No podía estar más alegre. Sólo saltaba y cantaba sólo disfrutaba de mi soledad. Bajé para hacerme un poco de comida, quizás algunas galletas con leche, quizás algún Sándwich, no lo sé, ya pensaría en algo en cuanto abriera la nevera. Giré varias veces mientras bailaba de un lado al otro en la cocina, el vestido se elevaba y daba vueltas, el sentimiento de una pequeña niña en un campo llenos de flores me invadió, en aquel momento era la persona más feliz del vecindario, me sentía satisfecha con lo que hacía, con lo que decía, con todo...

Saqué un tazón y busqué en la lacena mi caja de galletas. Me subí en la encimera y al notar que estaba junto a los cereales decidí hacer una sabrosa combinación; cereales, galletas, y leche. Tomé las cajas y me bajé de allí. Pulvericé algunas galletas, otras sólo las partí, el cereal era de colores, y la leche estaba sumamente fría. Noté que había un poco de Yogurt y no dudé en utilizarlo. ¡Aquello sería una orquesta de sabores en mi boca!

Mi atuendo me daba un poco de ternura, aquel lindo vestido blanco de tiras que caía sobre mis rodillas con corte de princesa y unas medias de color morado que me llegaban justo al tobillo me daban el aspecto de una pequeña niña, sin mencionar los leves rulos castaños que se habían formado en mi cabello.

Tomé el tazón con esa rica mezcla y me senté en uno de los bancos de la isla de la cocina. Encendí la televisión y en ese momento transmitían; Donie Darko; Donie continuaba intentando darle una explicación a esas visiones a esos sucesos casi inexplicables que pasaban en su sombría vida, simplemente deleitante. Comencé a comer, mi vida no podía ser más hermosa. No podía ver la hora, no quería verla, quería simplemente gozar el momento hasta que ese acabara.

Que de por sí, acabó unos minutos después de mi cuarta cucharada.

Escuché cómo golpeteaban la puerta. Rodé los ojos al saber que podía ser algún molesto vecino que estaba ofreciendo un poco de la cena de ayer, o quizás de hoy. Adoraba lo muy hospitalarios que eran pero eso no iba conmigo, no me gustaba ser visitada cuando ya eran las siete de la noche.

DANERIA SMUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora