Epílogo

510 58 60
                                    

Suspiró tratando de tranquilizarse. No tenía motivos para estar tan nervioso. ¿O si? Lo cierto era que lo que se disponía a hacer podría cambiarle la vida para siempre. O quizá no. La decisión no era suya. Al menos no del todo.

Volvió a mirarse en el espejo. Se veía bien. Realmente bien. Había usado sus mejores galas para aquel día. Donnie y Mikey opinaban que lo que iba a hacer era un tanto arriesgado. Pero era una muestra real de amor. Aunque una locura. Pero es que Leo era demasiado para él. Era todo lo que siempre había soñado.

Salió de su habitación con paso firme y se situó justo delante de la de su chico. Tocó suavemente con los nudillos y espero pacientemente a que abriera. No tardó en hacerlo. Ahí se encontraba el amor de su vida, con una gran sonrisa, siempre puesta para él. Estaba increíble. Lo miró y se perdió en su celeste mirada. Habían pasado por tantas cosas hasta poder estar juntos... Las relaciones amorosas nunca fueron fáciles y ellos lo sabían mejor que nadie. Y a pesar de todo ahí estaban. Juntos de nuevo. Felices.

Reaccionó saliendo de sus pensamientos para plantarle un sonoro beso en los labios. Sospechaba que no seria el último de aquella noche.

-¿Estas listo?- preguntó con una enigmática sonrisa.

Leo pareció dudar.

-Hey- dijo el de antifaz carmesí rodeándole los hombros con un brazo mientras lo atraía hacia él- Todo va a estar bien. Te prometo que no es nada malo.

-Ya... Pero...

-¿Confías en mi?- preguntó de sopetón, cortándolo.

Leo lo miro a los ojos. Y no le quedaron dudas.

-Claro que confió en ti.

Sonrió. Todo iba a ir bien. Nada podía salir mal. ¿Verdad?

-En ese caso... Necesitó pedirte una cosa- dijo al tiempo que sacaba una venda azúl- Tienes que ponerte esto. No será por mucho tiempo, te lo prometo.

Su chico rodó los ojos. ¿Que rayos estaría tramando? ¿Para que querría que se vendara los ojos? Fuese lo que fuese, si quería descubrirlo, debería hacerle caso.

Así pues, una vez se encontraba con los ojos vendados, su novio comenzó a conducirlo poco a poco hasta el lugar donde lo había preparado todo.

Enseguida llegaron. Efectivamente, se encontraban en la azotea de April. Raph había ido a hablar con ella sobre lo que quería hacer y esta le había cedido el lugar encantada.

Desde un principio, a Raphael le había parecido el lugar idóneo. Las vistas, la suave brisa de la noche, las luces de la ciudad... Respiró hondo. Había llegado el momento.

-Pequeño... No se bien como debería comenzar esto. Pero supongo que optaré por decirte lo mucho que te amo- le retiró suavemente la venda- A día de hoy, miro hacia atrás y me doy cuenta de que hemos pasado por tanto hasta estar juntos que parece mentira que lo hayamos logrado. Pero no, estamos juntos. Y felices. Y no puedo estar más agradecido a la vida por todo lo que me has aportado en este tiempo. Sé que todavía no hemos llegado al año. Pero no me importa. El amor no se mide en tiempo, si no en acciones. Y nosotros hemos vivido demasiadas. Las necesarias para estar seguro de lo que estoy haciendo. Para saber que lo que me dispongo a hacer, es lo correcto. Porque así me lo dicta mi corazón. Y así quiero creerlo.

Leo lo miró interrogante. No entendía nada. Su chico se encontraba justo delante de él. Se arriesgaría a decir que estaba incluso emocionado. Le brillaban los ojos. Sonrió tímidamente.

Raphael también sonrió. Le tomó las manos.

-Prometí no ponerme cursi. Pero parece que no lo estoy cumpliendo. De todos modos... ¿Que importa eso ya? Todos mis recuerdos de este año se basan en ti. Hemos cometido demasiados errores. Pero hemos sabido enmendarlos. Y buscar una solución. Hemos sabido pedir perdón y perdonar. Y hemos encontrado la confianza el uno en el otro. Y creo que eso es lo más importante en una relación. Al menos a mi parecer. Así que... -hizo una pequeña pausa para tomar aire y prosiguió- He decidido dar un paso más. Arriesgar. Y sé que es un paso bastante grande. Quizá demasiado. Pero estoy seguro de ello. Porque se que te amo y que jamás voy a poder a llegar a sentir por alguien lo que en estos instantes siento por ti. Porque estoy seguro de que eres y siempre vas a ser el hombre de mi vida. Porque he encontrado el amor en ti, Leo. Y no me avergüenzo de ello. Y te aseguro que jamás podré hacerlo. Y por todo ello, solo podría decirte una cosa...

-Raph... ¿Qué?

Leo miro anonadado como su pareja se arrodillaba poco a poco, sin dejar de mirarlo a los ojos y como sacaba una diminuta cajita de su caparazón. Soltó una exclamación ahogada al mismo tiempo que se llevaba las manos a la boca. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Leo, ¿Quieres casarte conmigo?

Y lo que el mutante de antifaz azúl le respondió, ya es historia.

Fin.

Leoph [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora