Tejía junto a mi abuela un chaleco color rojizo.
—Abuela, ¿porque te dicen...?—no me atrevía a decirle las siguientes palabras, por temor a lastimarla.
— ¿Loca? soy una mujer sola, la gente sin darse cuenta se inventa historias por diversión.
—No creo que seas loca abuela— le sonreí.
Mi abuela dejó de tejer y me resguardó en sus brazos.
Ya pasaron tres días, cada vez mis lazos se fueron fortaleciendo junto a mi abuela. En las tardes tomamos té en la terraza frente al mar.
Iba saliendo del negocio, había ido a comprar el pan para la cena, cuando divisé al muchacho de la vez anterior. Y entonces comenzó a acercarse a mi encuentro, empiezo a avanzar rápidamente.
— ¡Damana! ¡Espera!— me siguió desde cerca—me habías dicho que no eras de aquí.
—No soy de aquí, solo vine de visita—intenté caminar aún más rápido.
—Oye, no pases por ahí es peligroso—me quiso detener.
— ¿De qué hablas?
—Es peligroso, todos tienen miedo de ser secuestrados.
— ¿Cómo?
—Ves esa casa blanca—apuntaba a la casa de mi abuela.
—Esa señora mató a su nieta, ya nadie se acerca.
— ¿De qué estás hablando?
—Vivo aquí desde pequeño, supuestamente ahí vivía una niña con sus padres y de pronto todos desaparecieron. Por mucho tiempo se escucharon gritos de una señora, de todas formas yo nunca he visto nada.
Miré al muchacho y le propiné una cachetada.
— ¿Qué te pasa?— Me miraba desentendido mientras tocaba su mejilla.
— ¡Te dolió!— le grité en su cara— ¡No estoy muerta!— giré hacia la casa blanca, donde se encontraba mi abuela. Entre mis pasos temblorosos me dirigía al lugar que tanto miedo todos tenían, pero solo ahí estaba ella, una persona de edad, sola y en peligro, de toda la gente loca de su alrededor.
Se escuchaba la lluvia caer tan fuerte como tarros de agua—suspiré— el día estaría tan feo—me dije—mi abuela ya estaba levantada, en píe.
—Buenos días Helen
—Buenos días Amanda, ¿te despertó la lluvia?—se acercaba a mi lado, mientras me traía un pedazo de torta.
—Si— le respondí— está muy rico—mientras saboreaba la torta, ¿Tan temprano te levantaste abuela para hacer este pastel?
—La verdad es un regalo, llego un joven temprano y llamo a la puerta, el pobre estaba todo empapado afuera—yo solo la miraba en silencio
—Al principio no quería recibirle, me entro duda— me decía mi abuela— pero es un chiquillo que he visto por mucho tiempo y me dijo, que te conoció el otro día en la playa.
— ¿En la playa?, ¿Y esta nota?
—También la traía con el—Me dice mi abuela con actitud curiosa—Leí la nota en ella decía:
"Para Damana, de Fertocris"
—Repetí su nombre en alto— ¡Fertocris!— lance una carcajada que debe haber despertado a todos en casa de mi abuela.
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Para que no me olvides
RandomEl pasado de Amanda trae consigo recuerdos dolorosos, los cuales no son descubiertos, hasta la llegada de su abuela, Helen. Quien le enseña a comprender su vida y descubrir los secretos que jamás fueron contados. Aunque su pasado no lo conoce, su...