Ella y los monstruos (cuento)

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He estado viéndoles todo el día. Observé cada rutina, cada detalle.

Con el tiempo me di cuenta de que son seres inofensivos y que tal vez no me puedan ver.

Los escucho susurrar cosas todo el tiempo. Ahora sé que sus voces se dirigen a mí. Desde que despierto hasta que me duermo. Sus voces, sus figuras me acompañan todo el tiempo. Cuando yo duermo, ellos me miran y dejan de hablar.

Decidí hablarles, y para mi sorpresa, contestaron. Fueron amables, me dejaron ver sus cabezas, sus sesos y su sangre viva corriendo. Me dijeron que no les dolía, que podía tocar sin miedo. Les invité café, pero no pueden tocar las tazas. Le dije a mamá que les ofreciera asiento, que no sea descortés y ahí me di cuenta de una cosa... ella no podía verlos, nadie más que yo los veía. Y el hecho de que tan sólo yo los viera me dio poder... el poder de tener amigos únicos como ellos, que hablen sin mover los labios, que rían sin mostrar los dientes...

Yo puedo hablarles desde mi cabeza y ellos me entienden cada cosa que les digo. Eso me da una ventaja, nadie puede saber el momento exacto en que me comunico con ellos. Un día mi mamá me llevó a platicar con unos señores de bata blanca y me pidieron que les dicte lo que mis amigos me decían, pero yo los engañe, les dije que ellos no estaban hablando en ese momento, les dije que se tomaron vacaciones y que el avión volvería en unas semanas. Los señores y mi madre se enfadaron mucho y me dijeron que deberían aislarme para que no tenga más visitas. Lo que ellos no saben, es que mis amigos traspasan cualquier tipo de pared y rejas. Son elásticos, invisibles y líquidos.

Mis amigos entraron conmigo al cuarto, y allí se quedaron todo el tiempo. La habitación era muy pequeña, sólo entraban tres de ellos, el resto se quedó en casa cuidando de mamá y de vez en cuando me contaban cómo estaban las cosas por allá. A veces me contaban que mamá lloraba, que revolvía mis cosas descontroladamente y eso me daba mucha risa, porque seguro mamá piensa que tengo algo malo, pero estoy sana, no me duele nada. Estoy segura que ella reirá también.

Empiezo a preguntarme si en realidad son mis amigos, no sé qué hicieron para ser mis amigos, aunque ellos me responden que somos amigos desde el momento en que decidí responderles, el acto de corresponder a alguien denota un cierto compromiso con el otro... pero yo jamás les correspondí, yo les hablé primero, entonces ellos no son mis amigos, yo soy su amiga... empiezo a creer que mamá tampoco puede verme... claro, por eso es que llora tanto, mamá no puede verme... y mis amigos tampoco, ellos sólo pueden oírme, ¿entonces soy yo la invisible, elástica y líquida? Pero entonces, debería tener sueño, no tengo recuerdos de haber dormido en mucho tiempo... un momento... ellos no me miran cuando duermo, yo los observo, los observo y les canto, pero luego recuerdo que ellos son mis amigos... entonces me hago la dormida para que ellos me observen, y luego traspaso paredes junto con ellos, y ahora puedo tocar sus cerebros y ellos el mío, somos iguales en esencia y forma... eso creo ¿o ha sido todo un sueño? No, claro que no ha sido un sueño... acabo de despertar y ellos siguen mirándome.

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