Como dos brazos que me arrullan, que me atrapan y no me sueltan, así se siente, algo intorerable me tenía atrapada.
El alma inquieta se quería liberar de las garras de este opresor, de aquella jaula sin salida y con dolor.
Sola me encontraba, en la profundidad del desvelo, sometida al dulce y a su misma vez doloroso silencio.
Pero que era esto, me preguntaba, y dudaba de su verdadero significado, cuando las voces y las lenguas dicen que se trata de algo maravilloso.
Del sentimiento más real e incierto del humano, de aquel que se representaba en tan solo cuatro simples palabras.
Esa fantasía que llenaba el ser, que hacia latir el palpitante corazón, sacando toda duda y dolor.
Así sigo encerrada en esta melosa y amarga paradoja, que no se sale de mi mente, que incansable me atormenta y no me deja.
A lo que llamas amor.