OneShot

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Especial Mephilver,  one shot

Cuenta la leyenda que hubo un ángel que logró cautivar, el que muchos creían inexistente, corazón del diablo; el cual se sintió confundido y asustado al no saber qué hacer con ese sentimiento que había comenzado a sentir tan de pronto

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Cuenta la leyenda que hubo un ángel que logró cautivar, el que muchos creían inexistente, corazón del diablo; el cual se sintió confundido y asustado al no saber qué hacer con ese sentimiento que había comenzado a sentir tan de pronto.

Cuenta la leyenda que ese ángel llegó a la tierra debido a unos problemas, y que no pudo escapar debido a que sus alas se habían quebrado.

La leyenda, que muy pocos recuerdan, cuenta que el diablo se sintió cautivado por dicho ángel y llevándolo hacia sus aposentos, cuidó de él hasta que se enamoraron y el pequeño ser del cielo, se quedó con el señor de la oscuridad debido a sus sentimientos.

Ninguno quería separarse del otro y la pasaban día y noche juntos, sin importar lo que dijeran los demás; aun cuando la mayoría de los comentarios eran positivos, puesto que “los caídos” eran quienes renegaban de las reglas que había puesto su creador original.

Sin embargo, ante aquella relación, hubo alguien que se opuso inmediatamente: Dios; el cual estaba totalmente convencido que el diablo había hecho algo a su pequeño ser. Puesto que desde que sus ángeles son creados, cada uno lleva las reglas que él impuso desde que la tierra se había creado, y que uno de sus hijos, se juntara con un demonio, no podía consentir debido a los problemas que aquello atraería en un futuro.

— No lo permito —le dijo una vez encontró a la pareja jugando entre ellos—. Esta relación está totalmente prohibida —instó con severidad y se acercó al pequeño ángel que se hallaba hincado a sus pies, en actitud temerosa.

— ¿Por qué? —Instó Satán mientras cruzaba sus brazos—. ¿Porque ambos nos amamos y tú aun sigues tan solo desde que… naciste?, aunque técnicamente, nunca lo hiciste.

— No me refiero a eso —masculló frunciendo el ceño—. Mephiles… no digo que…

— ¿Por qué quieres arruinar más nuestras vidas? —rechistó tomando en brazos al ángel que se acurrucó entre su pecho. Sus alas no estaban visibles y eso preocupó a Dios un poco—. Ambos nos amamos y no le estoy haciendo nada malo.

— El caso es que ustedes son hombres, por Di… por mí —musitó confundido cuando pronunció aquella frase—. Creo.

— ¡¿Y eso qué?! —chilló el azabache arrullando entre su pecho al erizo albino que temblaba demasiado. Obviamente estaba asustado—. Amor es amor, Señor. ¿Por qué no deja que seamos felices?, ¿acaso quiere que suframos por estar separados?

— En primer lugar; ustedes no debieron conocerse. Nunca —siguió diciendo mientras veía preocupado la espalda del ángel, en busca de alguna herida o que le indicara que algo malo había pasado—. Ni mucho menos con el demonio que dio paso, a todos los problemas que existen hoy en día.

— ¿Pero por qué no deja que estemos juntos? ¿Cuál es el verdadero problema, Gustav? ¡Y no salgas con que se debió a Adán y Eva porque sé que no es por eso! —Sus nervios estaban alterados, respiraba entrecortado y retrocedía por cada paso que Dios daba contra él y su pareja—. ¡No estamos perjudicando a nadie con nuestro amor! ¡Tan solo nos estamos amando como lo hace una pareja que se aman de verdad!

Leyenda de amor | Mephilver ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora