-Quiero tener sexo contigo - me susurró en el oído sonrojándose un poco.
-Pero, somos dos chicos-dije sorprendido.
-A mi eso no me importa, si no fueses tan irresistible no tendría esta necesidad.
-Esta bien, pero solo si me dejas ser el seme
-Joo... Yo quería serlo... Bueno da igual.
-¿Trato hecho, entonces?
-Si
No me di cuenta de lo que había dicho hasta que lo dije y no pude evitar sentir un escalofrió. Sabia que aquello estaba mal pero tampoco me importaba. Lo único que sabia era que alguienme necesitaba y que iba a aprovecharme de ello.
-¿Por qué sonríes así? – me miro con gesto preocupado.
-Por nada – le dije sin dejar de sonreír con maldad.
Él me miro intrigado pero supo que no me iba a sacar nada de información y dejó el tema.
-Eres la primera persona maldita que conozco -murmuro eso de repente haciendo que me sorprendiera.
-No hay mucha gente así –respondí ocultando mi sorpresa por sus palabras.
Tras eso hubo unos minutos de silencio en los que empecé a notar su pulso mientras me abrazaba y me dejaba contra el árbol. No era que no creyese sus palabras era que no quería creer. Ocultaba su rostro en mi pecho para que no viese su rostro de felicidad.
No había nada que yo sintiese en aquel momento, solo quería que él me viese solo a mi, para tapar el agujero en mi corazón. Aquel agujero que no se llenaría solo con una persona, tenía que usar a más gente par mi propio beneficio aún si para eso tuviese que destrozarme a mi mismo. El tiempo pasaba y ambos seguíamos abrazados el uno al otro. Aferraba a Len contra mí, entonces levantó la cabeza hacia mí y me beso, sorprendido deje que prosiguiera agarrandole más contra mí. Lágrimas brotaban de mi hermano, aunque yo sabia que lloraba de felicidad porque no conocía mis verdaderas intenciones.
Al cabo de un rato, le separé de mí y le limpie las lágrimas con el dedo gordo, acariciando su rostro, admirando la perfección de aquel chico. En parte, sentía cierta atracción hacia él, pero solo era una atracción física, no sentía nada más. Len sonrió al notar mis dedos y al igual que yo, observo mi rostro viendo mi perfección a su modo de ver.
-Len-chan, creo que deberiamos irnos ya, ¿no crees?
-Peter... No quiero irme todavía.
-¿Por qué?
-Porque cuando volvamos tendré que marcharme.
Empecé a sentir odio hacia mi madre, ya que no quería perder a la única persona que me quería tal y como era.
-¿No habría alguna manera de que no tuvieras que irte? -Pregunté fingiendo preocupación.
-No creo que la haya, ella no me quiere como su hijo -me respondió a punto de llorar otra vez.
-Ahora que lo pienso, las leyes dictaminan que yo ya soy mayor de edad, podría adoptarte y entonces no tendrías que irte de mi lado.
-¿Lo harías por mí?
-Sí, por supuesto.- le dije mientras sonreia, planeandolo todo
-Entonces vayamos a ver a nuestra madre
-Vale, vamos.
Cogí a Len de la mano y lo llevé hasta la mansión. Al entrar le expliqué a mi madre lo de la adopción y ella sorprendida por mi iniciativa y pensando que aquello me iba a ayudar accedió. Desde aquel entonces, Len fue mi hijo y mi amante. Nos sentiamos raros al hacerlo pero aquello no importaba por que nos queríamos con locura o eso parecía, además no teniamos que preocuparnos por embarazos no deseados ni nada.
A mi madre no le gustaba el hecho de que nosotros estuvieramos saliendo, porque ella pensaba que los padres estaban para guiar a sus hijos y no para amarlos. Así que preparó un matrimonio concertado con una chica de mi edad, ella pensaba que yo era una chica. Al enterarme, monté en cólera, y traté de romper el compromiso pero antes tenía que verla y decírselo en persona.
Al día siguiente, ella vino a la mansión, yo la esperaba en el salón con mi madre al lado. Al verla entrar mi corazón dió un vuelco, ví a la chica que conocí años atrás en aquellas fiestas y recordé todo lo que la había dicho...