Latidos: 1

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El frío en Japón era difícil de llevar, habían días en los que el cielo simplemente estaba nublado y otros en los que llovía a mares.

A Kaminari la lluvia lo deprimía de sobre manera.

Así que no salía de casa.

Se quedaba viendo por la ventana de su habitación como las pequeñas gotas caían una tras otra continuamente.

Otras veces jugaba en su consola, y hubo una vez que se digno a leer poesía moderna.

Y habían días es los que se quedaba todo el día en la cama, enrollado como el sushi que preparaba su madre cuando estaba en la preparatoria.

Hoy era de esos días, Kaminari podía escuchar desde su cálida cama como pequeñas gotas golpeaban su ventana, tenía los ojos cerrados pero estaba despierto y la pereza de levantarse se le venía encima.

- Amor -. Unos fuertes brazos rodearon su cintura con suavidad, sintió unos cálidos labios que dejaban pequeños besos desde su nuca hasta su oído. - Creo que está lloviendo fuera -. Su piel se erizó por el leve susurro.

Las sábanas de su cama eran gruesas con estampado de leopardo, pero no calentaban tanto como el cuerpo de su novio junto al suyo.

- Pero ya es tarde -. Kaminari se dio la vuelta para ver los ojos de su lindo chico. - No podemos quedarnos en la cama todo el día -. Kirishima tenía el pelo revuelto, algunos mechones rojos caían en su frente y su miraba de recién levantado.

- Amor... -. Susurró de nuevo, intetando acercarse para besar los labios del rubio.

- No, hoy tienes trabajo Kirishima -. Kaminari odiaba que su novio activara su modo perezoso.

Si fuera un día normal, Kirishima ya habría salido a correr, estaría duchado y seguramente habría cocinado algo para que Kaminari pudiera desayunar en la cama.

Pero hoy no.

Hoy estaba en modo perezoso y muy, muy, muy tierno.

- ¿Desde cuándo eres él más responsable de los dos? -. Kirishima acarició la pierna de Kaminari. - Es extraño ver como quieres aprovechar el sábado -. Intentó acercarse una vez más al rubio. - Quiero mis buenos días con un beso -.

Kaminari le gustaba como su novio besaba sus labios, como acariciaba su piel y le susurraba que lo quería.

- ¿Hoy es sábado? -. Kirishima sonrió al ver como su novio arrugada su frente confundido. - ¿Ayer era viernes? -. Era muy gracioso, Kaminari no recordaba que había hecho en esa semana. - Ahora entiendo porqué venías tan animado ayer -.

La manos derecha del pelirrojo comenzó a acariciar la pierna de Kaminari y a subir lentamente hasta su cadera para sujetarla con firmeza. - ¿Fui brusco? -. le susurró. El rubio sentía que moriría ahí mismo, la voz de Kirishima sonaba ronca y somnolienta. - ¿Te duele Denki...? -.

Tan sexy...

- No me preguntes eso, idiota -. Kirishima besaba los labios de Kaminari, como si la noche anterior no hubiera sido suficiente, haciendo que el rubio dejara escapar pequeños gemidos ahogados.

Ambos cuerpos estaban comenzando a calentarse.

- ¿Puedes aguantar una ronda matutina? -.

- Creo que sí -. Kaminari nunca se acostumbraría a lo cuidadoso que era su novio, siempre el placer del rubio era primordial.

Eso le gustaba,

Y mucho.

El sexo con Kirishima era lo mejor que Kaminari había conocido a lo largo de sus 24 años.

Lentamente los dos chicos comenzaron a juntar sus cuerpos por completo, como piezas de engranaje.

Sus cuerpos desnudos se rozaban descaradamente mientras suspiraban con pesadez.

- Me encantas -. Le susurró Kirishima mientras se habría paso en la entrada de su novio, después de haberla dilatado. Con suavidad acariciada el miembro de Kaminari para que se relajara y pudiera disfrutar tanto como él lo hacía.

- Te encanta meterla, pervertido -. Denki fingió un pequeño enfado para posteriormente abrir más las piernas haciendo que el miembro de Kirishima pudiera entrar totalmente.

El pelirrojo se acercó a la cara de su pareja para poder besarle dulcemente, mientras comenzaba a mover sus caderas.

Ambos chicos estaban desechos en gemidos, las caderas del pelirrojo envueltas en las blancas y fuertes piernas de Kaminari, moviéndose erraticamente en busca de placer.

Las manos del rubio tiraban fuertemente los cabellos rojos de su pareja, dejando el cuello a su disposición para poder morder y chupar.

Kaminari sentía como su cuerpo soltaba pequeñas chispas a causa de la excitación, las manos del pelirrojo quemaban donde sea que tocara y sentía la necesidad de apretar con fuerza sus glúteos para gozar de los gemidos roncos que soltaba Kirishima.

El sexo era demasiado bueno, Kaminari se retorcía de placer bajo el cuerpo de su novio.

Kirishima tenía la necesidad de estampar su palma derecha contra esa blanca nalga y mirar como la piel cambiaba a un rojo intenso. Kaminari soltó un pequeño grito.

- Me he... po- portado bien -. Gimió el rubio. - No me pegues, amor -. Su mirada era clara, esos ojos que Kirishima amaba llenos de lágrimas a causa del placer.

- Si no quieres que lo haga... -. Gruñó el pelirrojo. - deja de apretar tanto mi polla -.

El rubio dejó escapar una risa llena de picardía.

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