Capítulo Único

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Junmyeon captura las lágrimas de Sehun en el lienzo junto con la pose derrumbada, pinta una larga línea curvada que hace de la espalda del modelo y se pregunta como puede haber en una simple postura tanta tristeza. La expresión divinamente destrozada de la cara del chico es la chispa que impulsa su mano y que rompe su corazón; inevitablemente siempre se está preguntando la razón por la que Sehun está tan desanimado.

El pintor hace una pausa cuando los hombros de su modelo comienzan a subir y bajar al ritmo de un nivel bajo del metrónomo, hay un punto medio en el movimiento donde se ve toda la desesperación, donde nota que Sehun intenta dejar de llorar pero no puede y es en ese momento donde sus pies lo quieren traicionar para que se mueva hacia el modelo y lo consuele, pero no puede, Oh simplemente rechazará ese gesto. Después de intentarlo una decena de veces Junmyeon logró entender que o se mantenía al margen o perdería a su mejor modelo.

El sonido de los suaves sollozos hace estragos en la mente del artista y desea con todo su cuerpo no escuchar aquello pero lo único que puede hacer para desahogar ese pensamiento es pintar un aura azul alrededor de Sehun; trata de captar el sonido con pintura mientras evita que sus propios sentimientos salgan a flote y arruinen su pintura.

Kim Junmyeon, el joven y aclamado pintor de 27 años jamás se imaginó todo lo que pasaría después de colgar en la entrada de su taller un cartel en donde solicitaba un modelo.

Nunca se imaginó que la colección de retratos que quiere exponer le sacaría lágrimas a él también.

La primera vez que vio a Sehun llorar no pudo hacer más que dejar que en sus labios apareciera una deslumbrante sonrisa. Lo escogió por la apariencia de ángel que tenía, la piel de porcelana que quería tocar y porque cuando lo llevó a su estudio y le pidió llorar sabía que vería a un ángel derramar lagrimas y eso era lo que él quería en su colección nueva de retratos, poder captar el poder del llanto. Sehun lloraba como un ángel que estaba por romperse, como si en su rostro fueran a aparecer pequeñas líneas y separaciones, como si se fuera a convertir en porcelana rota.

Fue después de pintar un par de retratos de Oh Sehun, después de unas semanas conociéndolo, que se dio cuenta de una cosa. El chico era un ángel roto. Lloraba porque quería llorar, era algo que necesitaba, no porque quisiera el dinero que le pagaba.

El reloj marca las 5 de la tarde y es así como finalizan las tres horas de trabajo de Junmyeon.

La quinta pintura está terminada y logró capturar el amargo sentimiento de la curvatura de la espalda de Sehun moviéndose al son de su llanto.

El pintor lo único que es capaz de hacer por su modelo es ofrecerle un vaso de agua, porque Sehun no quiere hablar sobre nada nunca, al menos que sea necesario.

Nunca.

El pintor llega a su lado y acaricia un poco la espalda de su modelo para hacerle saber que todo está bien, que ya se puede ir. Sehun levanta la cara, se seca las lágrimas con las manos y agarra el vaso de agua que Junmyeon le ofrece, bebiendo todo su contenido de un solo trago.

—Gracias —dice con esa voz suave que que el mayor desea escuchar más a menudo.

Se levanta de la banqueta donde ha estado sentado llorando, posando, las dos cosas, y se coloca su camisa, ya que Junmyeon le había pedido que posara para él sin ella.

—Nos vemos mañana a la misma hora —dice colocando una sonrisa falsa y el otro lo detiene antes de que salga del taller.

—Necesito que estés mañana aquí a otra hora —le informa el más alto.

some art ; seho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora