Tú, vicioso ser humano el cual arrasaste campos, destruiste cosechas y masacraste plantaciones. Ahora tus lamentos no curarán jamás todos los destrozos que nos has ocasionado.
Arruinaste nuestra fértil pero fugaz vida; aquella hamburguesa ha sido el ocaso de tus días.
Muérete en tu mísera soledad, mientras, poco a poco, la diabetes te consume en tu podredumbre, tus arterias estallan en pedazos y, en el infierno que has creado, seas coronado lleno de pústulas y abscesos.
La gula ha sido tu ceguera, y tus lamentos nuestra venganza.
Disfruta de tu recompensa y sucumbe a tu propia perdición: tu pecado capital.