El pequeño de cabellos negros subió alegre al auto de su abuelo.
—¿Cómo te fue? —preguntó el hombre con una sonisa— Ponete el cinturón.
A mitad de camino, encontraron calles cortadas por una multitud de personas con carteles.
—¿Qué es eso abuelo?
—Son personas protestando
—¿Y por qué protestan?
—Por el amor nene —Respondió un poco indignado— porque acá a la gente no le parece que si sos hombre y te gusta otro hombre puedas estar con él. Están luchando por sus derechos.
—¿Y también luchan por los derechos de Nico abuelo?
—Sí, pero está complicado. Este es un país donde si sos hombre y queres ser mujer nadie lo acepta.
—¿Y nosotros qué abuelo?
—¿Cómo? —El hombre volteó a ver a Valentín.
—Nosotros sí lo aceptamos, así que también tenemos que pelear contra esos que no los dejan amar, ¿no? Yo quiero pelear contra los papás de Nico, y contra los que le hacen burla.
Pasó media hora hasta que la policía comenzó a reprimir, pero estaba siendo tarde, porque todo el país había vuelto a movilizarse.
Durante la noche, Pablo lloró. Su esposa acarició su cabello y le abrazó en silencio. Valentín no estaba consciente de lo que provocó en el corazón de Pablo.
—Fue una maravilla, él es una maravilla.
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Diario de un transexual
Sonstiges«Querido diario; Dios se equivocó conmigo, yo debía nacer siendo una niña.»
