Era un sábado apagado, las nubes grises cubrían todo el cielo.
Me desperté sobre la una del mediodía.
Mi madre entró a mi cuarto con un montón de ropa en la mano.
-Buenos días, perezosa. -Dijo mi madre cariñosamente.
-Buenos días, mamá.
-Ha venido la tía mientras tú dormías, toda esa ropa es para que te la pruebes.
Asentí con la cabeza y mi madre salió de la habitación.
Me levanté de la cama y fui al escritorio, donde mi madre había dejado toda la ropa. La analicé por encima. Habían cuatro camisetas, una camisa y unos pantalones vaqueros.
Las camisetas no me gustaban nada, tenían un estampado horrible para mi gusto, aunque también he de decir que mi gusto es muy especial.
La camisa sí que me gustó, aunque no me la podía poner para esas fechas, ya que era invierno. Era una camisa de cuadros azul cielo y rosa palo de tirantes, así que me la probé.
Salí al comedor para que mi madre me la viera puesta.
-¿Qué tal? -Pregunté.
-Muy bien. -Dijo mi madre.
Me quedaba ancha, como a mí me gustaba.
-Está chula. -Dije.
-Te queda bien.
Regresé a mi habitación y cogí los vaqueros, estos eran negros.
Me los probé y me fui a mirarme al espejo. Eran un poco estrechos.
Volví a salir al comedor.
-Me están un poco estrechos. -Afirmé.
-Sí, es que esos pantalones son así.
Di una vuelta alrededor de mí misma.
-Las camisetas no me han gustado, no me las voy a poner, y estos pantalones son muy estrechos, me quedo con la camisa.
-Pero si las camisetas estaban chulas. Eres más rara... -Se quejó mi madre.
Me encogí de hombros y volví a mi habitación.
-¡Me voy a duchar! -Grité desde mi cuarto.
-¡Vale! ¡No tardes mucho que vamos a comer! -Contestó mi madre desde donde estaba.
Apenas era la una y diez, era pronto para comer, pero como siempre tardaba casi una hora en ducharme mi madre me dijo eso.
Me preparé unas braguitas, un sostén y unos calcetines. Abrí el armario y le eché un vistazo para ver qué me podía poner.
No me compliqué, cogí unos pantalones de chándal cagados negros y una sudadera gris claro que me estaba un poco ancha.
Me lo puse todo en el brazo izquierdo y lo llevé al cuarto de baño.
Puse una toalla en el suelo y saqué otra del armario para cuando saliera de la ducha.
Fui poniendo el agua para que se calentase y mientras me quitaba el pijama y la ropa interior.
Aún con la calefacción tenía un poco de frío.
Me metí en la ducha y esperé a que el agua estuviera en su punto. En su punto para mí era ardiendo.
Amo el invierno por esas cosas. Eso sí que es vida. Agua caliente, sudaderas, abrazos, vida sin bichos...
Terminé de ducharme media hora más tarde.
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Quizás no te vuelva a ver. (One shot)
Short Story¿No os ha pasado nunca que veis a alguien en algún sitio y os enamoráis a primera vista? Pues eso me pasó a mí. Aquella muchacha me dejó hipnotizada.