De camino a casa

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Mientras caminábamos íbamos en silencio, no queríamos espantar a ninguna posible presa ya que eso supondría no tener nada para llevarse a la boca en este día. Es un camino de unos 500 metros, es relativamente corto, pero se te puede hacer eterno cuando sabes que estas en peligro:

-James, aligera el paso, sabes que no podemos estar aquí.

El camino estaba vigilado por un oficial en la entrada del pueblo, pero digamos que no se esforzaba mucho por hacer su trabajo, o estaba viendo la televisión, o durmiendo, o dios sabe haciendo que:

-Vamos Julie, ya casi hemos llegado.

Cuando llegamos, por fin, al poblado me despedí de Julie, le dije que si podríamos ir a las 16:00 a intentar cazar algo, a lo que me contestó un "sí, pásate a por mí". Después llegué a mi casa y cogí la llave que, como siempre, estaba en una maceta que había al lado de la puerta, la metí en la cerradura y entré.

Para mi sorpresa, no había nadie, ni mi padre, ni mi madre ni mis dos hermanos pequeños y además todo  estaba revuelto y desordenado. Algo había pasado allí.

Con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos, empecé a correr a casa de Julie. No sabía lo que había ocurrido, pero seguro que el gobierno corrupto de este país tenia algo que ver, al mas mínimo acto de "rebeldía" te podían detener y torturarte en público para que los demás ciudadanos observaran las consecuencias de no estar de acuerdo con las autoridades y además manifestarlo.

El uno del otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora