Capítulo 3

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Me levanté a las 6, los movimientos afuera de mi habitación afirmaban que ya todos en ésta casa estaban levantados.
Tomé mi ropa interior y salí al baño.
En el camino agarre una toalla, y entre al baño.
Tomé la ducha de 10 minutos, me sequé y ahí mismo me puse la ropa interior.
Salí y al mismo tiempo Chloé salió de su habitación aún con el pijama puesto pero con su ropa limpia en la mano, me sonrió y susurró un buenos días.

Caminé hasta mi habitación, cerré la puerta y me quité la toalla, unté crema por todo mi cuerpo y me vestí con unos jeans negros y una playera negra que me quedaba bastante holgada, tomé una sudadera azul marino que al igual que la playera, me quedaba bastante holgada.
Me puse los converse negros y salí de la habitacion.

-¡Ah, aquí estás!- Diana me sacudió.-¿Y tu maleta?- preguntó. La miré extrañada.

-¿Cuál maleta?- Diana abrió los ojos como platos.

-¿No preparaste tu maleta?- No pude responderle porque de inmediato entró a mi habitación. Sacó una maleta, y me ayudó a guardar la ropa y zapatos en ella.
Tomé mi cepillo de dientes, mi esponja y shampoo para el baño.
Guardé literalmente todo en la maleta, hasta tuve que utilizar otra.
En una pequeña mochila guardé mi laptop, los auriculares, cargadores, y unos libros.
Tomé mi celular ya cargado y tomé mi mochila y una maleta.
Diana tomó la otra.

-Dame la otra maleta, y lleva tu almohada y alguna pequeña cobija por si las dudas...- Le entregue la maleta y tomé mi almohada que tenia impregnado el olor de mi perfume... vainilla.
De mi armario ya vacío tomé una cobija de felpa, color negro. La doble y salí con ellas en las manos.
Papá me ayudó a subir todo al auto y desayunamos juntos.
Los hotcakes de Diana se veían deliciosos... por el rabillo del ojo pude ver a Diana y a Chloé devorándolos... y a Papá observando todo movimiento mío.
Con un cuchillo corté un pedacito del hotcake... lo mastiqué y tragué.

-Termine...- Sonreí y me levanté de la mesa.
Fui hacia la sala y esperé a que los demás terminarán.
Dejamos a Chloé en la escuela, y 30 minutos después me encontraba bajando del auto.
Observé la casa mientras mi papá y Diana bajaban mis maletas.
La casa era grande, no era una mansión pero era lo suficientemente grande como para albergar al menos unas 30 personas aproximadamente.
Tenía pinta rústica, pero a la vez moderna.
En el porche de la casa estaba... ¿una enfermera? Su uniforme era blanco con rosa y ésta se acercó hacia nosotros.

-Buenos días, soy Kate, una de las enfermeras, usted debe ser ______ Picon.- Me habló amablemente.

-Si...- Aún no quitaba la vista de la enorme casa.

-¡Ah, vaya alguien se ha dignado a ayudarnos!- Diana expresó. -Me llamo Diana, y el es mi esposo Robert...- La enfermera la interrumpió.

-Si, los señores Picon... mucho gusto, me llamo Kate. El doctor Allen no está por el momento pero generalmente hace visitas antes de las 6 de la tarde, ¿gustan pasar o...?- Diana comenzó a caminar hacia la casa.

Entramos y si por fuera la casa me había dejado sorprendida, por dentro aún más. Parecía una casa de película o novela. Muebles preciosos y cómodos que muy bien, se veían caros.
A la izquierda se encontraba una sala bastante espaciosa, en frente de nosotros había un pasillo, algo largo. Y a la derecha se encontraban unas escaleras de madera.

-Los otros pacientes están probablemente desayunando... ¿Ya desayunaste?- Asentí rápidamente. -Eso es.... bueno- La sonrisa desapareció de su rostro al mismo tiempo que me observaba, pero rápidamente la volvió a mostrar.

-¿Podríamos venir a verla?- Robert por fin habló.

-Claro que si, los domingos pueden venir sus familiares, se les da la libertad de salir con ellos o bien, pueden quedarse aquí.- Diana y Robert sonrieron.

Anorexia.          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora