Prólogo

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CUENTOS DEL AYER…


Recuerdo que cuando yo era muy pequeña, de unos 3 o 4 años, a mis papàs les encantaba contarme historias fantàsticas. Mi madre me contaba historias de princesas, dragones amables, castillos, terribles madrastras, reinas sin corazòn, duendecillos y principes extremadamente apuestos.
Por otro lado, a mi padre le gustaba contarme historias de reinos en guerra, valientes y hermosas pueblerinas convertidas en reinas, fuertes guerrreros, extrañas criaturas mitològicas, asì como personas convertidas mitad animal y mitad ser humano, en fin, todas historias verdaderamente interesantes.
A mi en lo personal no me hubiera agradado vivir toda una vida encerrada en una torre esperando al amor de mi vida, eso me suena bastante tonto como para una chica, pero bueno, no entrarè en dellates. Yo sinceramente preferìa las historias que me contaba mi padre, ya que siempre trataban de rescatar o defender su honor, y no como las historias que me contaba mi madre, tratàndose siempre del mismo clichè, ya saben, la tìpica muchacha en aprietos a deberse de no ser tratada con amabilidad, rescatada por su prìncipe azul.
Es por eso que siendo yo muy joven de edad, a eso como 7 años, empezè a escribir mis propias historias, mezclando los ideales de cada cosa imaginaria, contada o escuchada que yo captara. Al principio no eran muy buenas, siempre terminaban como si yo hubiera mezclado horriblemente cada pedazo de una historia ya sabida, eso me pareciò un completo fraude, aunque mis padres opinaran lo mismo una y otra vez, cada que les mostraba una nueva historia.
-''Lo haces bien para tu edad, pequeña, ya veràs que seguiràs mejorando dìa a dìa''-
Las ùnicas palabras de aliento por parte de mi bisabuelo Etherson, quien era un gran escritor opacado por los nuevos escritores modernos, por èl decidì empezar a escribir.
Cada dìa  que pasaba y cada año que dejaba el tiempo atràs me fuì desanimando, era un total fracaso, no me parecìa a mi bisabuelo en nada, claro està, no sirvo de nada, no me salen las palabras, no tengo el don. Y asì fueron pasando los ddìas, meses y años. Hasta que un dìa me hartè de todas las historias que algùn dìa me fascinaban y comenzè a dejar de creer en la magia de las historias, lo que alguna vez me hacìan volar a un mundo nuevo.
Así pasó un largo e interminable tiempo hasta que lleguè a la adolescencia.

Corazón de fantasía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora