He despertado.
Otro día más... Un dolor de cabeza y sentía cómo alguien me respiraba al oído, pero al mirar... No había nada.
Mi madre pensaba que estaba loco, pero no era así, esto es real, lo qué siento es real.No estoy enamorado, estoy enfermo.
Sentía unos pasos detrás de mi, me volteé y no vi nada, como siempre, estoy solo.
Las voces invadieron mi cabeza. Me aferré a la pared y me iba sentando lentamente en el piso, sintiendo unas voces femeninas diciendo qué todo estará mal y otras voces diciendo qué todo estará bien.
"¡Acércate, no tengas miedo!"
Habló el señor Hans Dühfermann, el señor qué siempre aparecía en mi mente cuando no tomo mis pastillas.
Me levanté y sentía como los pasillos se movían lentamente, las paredes y cuadros, distorsionados. Caminé lo más rápido al baño y abrí el botiquín sacando mis medicinas, tomando de esas cápsulas qué me calmaban, tragándola.Ya no veía todo distorsionado, ya no sentía las voces, todo se había ido, el señor Hans también se fue, todo.
Así es cómo empiezan mis mañanas. Horriblemente.