Desperté sobresaltada y me costaba respirar con normalidad. Salté de la cama y comencé a dar vueltas en mi habitación como un felino encerrado. Todas las noches se repetía el mismo sueño que llevaba atormentándome durante meses y meses, un sueño del que no podia escapar...
<<El frío inundaba mi cuerpo como si dentro de mí se crease el hielo, mi ropa estaba echa jirones y los arañazos que tenía por todo el cuerpo eran innumerables. Un olor a hierba fresca me indicó que estaba en un bosque, todo mi alrededor estaba repleto de árboles y la oscuridad era más inquietante de lo habitual. Grité hasta que me quedé sin voz, sin recibir la más mínima respuesta. Caminaba en círculos y mis piernas pedían a gritos que me rindiese cuanto antes, pero mi ''yo'' interior quería encontrar algo y no pensaba perder la batalla. Los brazos me ardían como si los tuviera justo encima de fuego; lágrimas de dolor humedecían mis mejillas.
Escuché un ruido que me puso en tensión en cosa de segundos, sentía que me obsevaban. Era una sensación realmente incómoda a la vez que escalofriante. Percibí un movimiento detrás de mí pero no pude girarme a tiempo. El sonido de un grito rompió el ambiente de tensión que se había creado a mi alrededor, y no sólo eso...
El grito era mío.>>
Aquel sueño parecía tan real, podía sentirlo todo como si estuviera realmente allí. Tan sólo pensarlo me hacía perder el aliento.
Con un movimiento casi imperceptible abrí la ventana a la vez que subía por las escaleras que daban al tejado. Me senté justo donde el sol comenzaba a mostrar sus primeros rayos de luz bañando las nubes de tonos lilas y azules pálidos. El cielo había adoptado un color naranja tan claro que podía pasar perfectamente por el color blanco. Era una vista preciosa de la que yo era la única que tenía el privilegio de disfrutarla. No podía dormir, no quería volver a dormir sabiendo lo que sucedería. Tenía que hacer algo sin que me tomasen por una loca. Mis padres no podían enterarse de eso, sobretodo mi padre. No le quiero demostrar que la muerte de mi hermana me ha transtornado hasta el punto de ingresarme en un manicomio, ni hablar.
<<Rachel>>, pensé mientras las lágrimas amenazaban con resbalarme por las mejillas. Miré el cielo y contemplé las pocas estrellas que habían aún en el cielo. Entre ellas destacaba una que brillaba con una fuerza increíble y me acordé de mi hermana. De lo último que me dijo antes de morir.
- Eh, pequeña, recuerda que cada vez que mires el cielo oscuro de la noche lleno de estrellas, habrá una que brillará más que todas. Y sabrás con sólo verla que esa soy y seré yo, Zoey. Ya lo sabes- dijo mientras reía por última vez- soy una chica que llama mucho la atención, ¿no crees?
Apreté los puños con fuerza en mis ojos para evitar llorar.
* * *
El primer día de instituto otra vez. Habían pasado tan rápidas las vacaciones que me sentía como si las clases jamás se hubieran ido. Era insoportable volver a comenzar. Quien inventase el instituto era un...
- Shawn, cielo, llegarás tarde- tres golpes en la puerta me devolvieron a la realidad. Resoplé.
- ¿Y qué?- No hizo falta ver la cara de su madre para saber que negaba repetidamente con la cabeza mientras se iba sin decir nada. Maravilloso.
