December 1999

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1996

Era un día lluvioso, realmente parecía como si el cielo estuviese llorando siglos de tristeza.
Su teléfono sonaba descrontroladamente, tanto que creyó que podría explotar.

- Vamos, ¿Dónde estás? - Miraba desesperado a sus alrededores. Ya la había perdido, no había duda, pero él nunca se rendía.
No importaba cuán difícil fuese, nunca lo haría.

El cielo se pintaba de un tono gris, casi dando la sensación de estar bajo una nube de vapor de una locomotora o algo parecido.
Todo él ya se hallaba mojado, el viento recorría su cuerpo de una manera fuerte. Cualquiera podría haber tenido una pulmonía, pero a él no le importaba si lo hacía. Ya no le importaba, había estado haciendo aquello por los últimos días.
Gritaba el nombre de su hermana desesperadamente por las calles de Londres.
Nunca respondió. Llevaba cinco días sin llegar a casa, él y sus padres habían estado preguntando por ella pero nadie la había visto. La familia ya había dado parte a las autoridades, no hubo noticia alguna.

Decidió sacar finalmente su teléfono con la esperanza de que fuese ella, pero eran sus padres.

- Ya hay noticias - Sollozaba su madre al otro lado del teléfono.

- Ven a casa - Suspiró su padre - No queremos perderte también - Se cortó la llamada.

Blake entró en un trance, se negaba a aceptarlo. Caminó hasta una banca pintada de un color blanco ya un poco desgastado.
Miró el móvil en sus manos mientras sus ojos se cristalizaban.
Dejó caer una silenciosa lágrima que pronto se difundiría con las gotas de lluvia en su suave rostro.
Su teléfono cayó.

Con una mano cubrió su rostro y con la otra trató de darse ánimo alguno.

- Creo que esto es tuyo - Alguien levantó el móvil y lo dejó a su lado - Pensé que yo sería el único raro como para salir en estos momentos - Rió.

Blake levantó la mirada, de un momento a otro dejó de sentir frío, una tibia y reconfortante sensación recorrió su cuerpo, pero no había nada que hubiese cambiado aquello.

El rubio frente a él llevaba un paraguas, el cual se lo estaba ofreciendo.

Blake no pensó en nada más, sólo corrió.
George supuso que tendría algo maravilloso por hacer.

1999

Se había convertido en una rutina. Desde que tenía memoria, George había trabajado en aquel local de comida que pertenecía a sus tíos.
Desde los nueve años sus padres lo habían enviado a trabajar ahí debido a que era un niño realmente activo.
Cada tarde después de salir de su colegio acudía al local con nombre "Crème" . Un local en una pequeña calle frente a un centro comercial. Desde el principio se había preguntado por qué tenían un lugar de comida ahí, las personas preferirían el centro comercial miles de veces a un lugar tan pequeño comparado con éste.
Pero al parecer había personas que sí preferían ese lugar con vidrieras que eran limpiadas cada día por su tía. Una y otra vez pasaba aquel trozo de franela sobre el cristal que llevaba ahí incluso más años de lo que George podía recordar.
El color de aquel lugar era agradable a la vista tanto por fuera como por dentro. Un color crema que daba la sensación de estar en su hogar.
George al principio se había quejado de que sus padres le pidieran a sus tíos si podía trabajar ahí de cualquier cosa.
Aún recuerda esa conversación y cuánto lloró aquel día.

- Su padre y yo estamos demasiado ocupados por las tardes con nuestro trabajo - Su madre suspiró - Cada vez que regresamos de trabajar ya no es sorpresa que George haya hecho algo -

- La última vez los vecinos llamaron por algo que él había provocado - Dijo su padre mientras negaba.

- Podría trabajar de mesero - Habló su tío - Nuestra hija se acaba de ir a la universidad y nos hace falta alguien que ocupe su lugar atendiendo a las personas - Alzó los hombros y miró a su alrededor.

December 1999 [Glake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora