El corazón de Ignacio Ruíz iba a mil por segundo, sudaban sus manos al volante, trataba de no imaginarse lo peor.
Unos minutos antes había tenido que salir de una conferencia sumamente importante cuando llamó su hija Andrea de 20 años, que antes de él poder argumentar palabra alguna, una voz masculina al otro lado del teléfono habló.- ¿Hola? ¿Con el abogado Ruíz?
Ignacio: Sí, ¿Usted quién es?
- Soy el oficial Sánchez. Su hija, Andrea Ruíz, acaba de recibir un impacto de bala en el brazo y otro en el pecho, solicitamos su presencia lo antes posible en Santa Fe. La joven está en estado de gravedad.
Ignacio no podía procesar las palabras del oficial, dichas con una calma que pareciera como si eso pasara a diario, sin decir palabra alguna colgó y le tomó un par de segundos reaccionar para inmediato salir corriendo a su automóvil.
Pareciera que el tráfico de la ciudad no afectaba ya que en menos de 15 minutos ya se encontraba en dicha zona, donde unos policías de tránsito desviaban a los autos, ya que enfrente acababa de ocurrir un robo, un asesinato, el asesinato de su hija.
Dejó el auto en doble fila, una multa no era nada comparado con lo que ocurría unos metros más adelante, se apreciaban un par patrullas y varias personas al rededor de un auto, el auto de su hija... Donde se podía divisar sangre en el asiento del auto, el vidrio de la ventana del conductor en el suelo hecho pedazos y junto a él, en el pavimento, su hija con unas enormes manchas de sangre sobre su pecho y su brazo izquierdo, a su lado un paramédico tomándole el pulso en la muñeca y cuello, para posteriormente bajar la mirada y negar con la cabeza.
Ignacio caminó entre la multitud, la cual inmediatamente se apartó al notar el tono pálido y la mirada fija a la joven, dando a entender que era el padre de la chica.
Él fue acercándose a un paso lento, como si yendo despacio le diera tiempo a su hija de volver a cobrar vida y levantarse. Al llegar junto a ella se arrodilló y rozó, apenas hizo contacto con la mejilla de su hija pasando su dedo pulgar, viendo como su cuerpo iba adquiriendo la palidez que simboliza a los muertos; tomó su mano, una mano sin vida, aún sin poder digerir lo que estaba ocurriendo, como si de una terrible pesadilla se tratara, pero no, esto en verdad estaba sucediendo, lágrimas empezaron a salir de los ojos de Ignacio, las gotas caían en la ropa de ella, inmediatamente absorbidas por la sangre.
Parecía una muñeca de porcelana, mirando sin ningún rumbo, sin expresión, sin vida, sin sentimientos ni emociones.
Ignacio gritó, un grito estremecedor, de esos que se quedan retumbando en los oídos por un buen rato, el que fue en realidad un grito interno, nadie lo había escuchado más que él, el mundo y todos ahí presentes daban vueltas, éste pareció derrumbarse para Ignacio, y no sólo eso, en verdad el mundo se derrumbó frente a sus ojos en ese momento.
Abrazó el cuerpo sin vida de su hija, manchando todo su traje de rojo, más lágrimas amargas corrían por sus mejillas, así pasó un buen rato, hasta que los oficiales de policía ordenaron llevarse al cuerpo de la joven y retirar al señor.
Aferrado a su hija sin querer soltarla, se negó abrazándola aún con más fuerza, un paramédico puso su mano en el hombro de él, como si de un apoyo se tratase, miró al hombre a la cara, éste le sonrió reconfortante, Ignacion soltó el cuerpo de su hija para levantarse y dar un paso atrás mirando cómo era puesto en una bolsa negra de plástico y llevándosela al interior de la ambulancia la cual se fue alejando rápidamente hasta no ser más que un pequeño punto y desparecer de la vista de todos.
La gente se empezó a dispersar, la policía, hasta sólo quedar él, sobre la mancha de sangre de su hija, el ultimo oficial que esperó a que llegaran quienes iban a limpiar todo, lo invitó a retirarse.
Ignacio condujo sin rumbo, no tenía ganas de volver al trabajo, mucho menos a su casa donde se encontraba su esposa, no sabía cómo decírselo, como iba a darle la noticia que su hija había muerto.
Pagó un estacionamiento las 24 horas y durmió en su auto esa noche, ese día, su vida había acabado definitivamente.
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672 horas
Non-FictionEsta es la historia de Alexa, la cual fue secuestrada... Por equivocación de una banda conocida como " Los Delta" que se especializan en el robo y el secuestro, conformada por los hermanos Daniel Sándoval, el mayor y Javier Sándoval, el menor. La hi...