La niña sin recuerdos

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La  lluvia presagió siempre  los  grandes acontecimientos en su  vida.
      Ana  podía  recordar  el  viento que golpeaba  los  vidrios,  el  agua  cayendo sobre  la  colina,   inmensa y oscura,  la casa  silenciosa.  La sensación de que  algo muy  malo  iba  a  pasar  y  luego  la  certeza de que había ocurrido.
               Habían  trascurrido  muchos años,  pero  aún  podía  ver la  silueta  en  el  corredor  frente  a  ella, la  voz que  sonaba  deforme  y   lejana  diciéndole:
-Tus papás  han tenido un accidente.
Las  palabras,  mojándola , como  si  hubiesen  arrancado  el  techo  y  la  lluvia  cayera  sobre  su  cara.
         Esa  madrugada , el  tamborileo  de  las  gotas  sobre  el  tejado  la  despertó.  Abrió  de  golpe  los  ojos  y  se  quedó  quieta,   tumbada  en  la  cama , escuchando.
           Todavía  estaba oscuro, así es que  buscó  el   despertador  en  la  mesita  de  noche  y  encendió  la  pequeña  luz  que  alumbraba.
            Eran  las  cinco  treinta  de  la   mañana  y   hacía  muchísimo  frío  Ana  llevaba  puesto  dos  pares  de  calcetines,  la  parte  de  abajo  del  pijama  de  algodón,  una  camiseta, un  suéter  de  lana, guantes  y  un  gorro  con  motivos  de  pinos  que le  tapaba  las  cejas  y  dejaba apenas a  la  vista  sus  ojos  grises. Aun  así,  no  lograba  entrar  en  calor.
La caldera había dejado de funcionar hacía exactamente dos inviernos y en épocas del año hacía unos ruidos extraños , como si en su estanque tuviera alojado  a un dragón  hambriento. Para empeorar  las cosas, la ventana de su habitación no podia cerrarse completamente y por las noches las cortinas se sacudían con cada ráfaga de viento frío. Ahora, la lluvia entraba por la rendija abierta y mojaba la alfombra.
      Se  levantó de la cama y trató de cerrarla. El marco se había hinchado con la humt y no cedió. Ana tomó un poco de papel de diario y con el cubrió la rendija.  Se disponía a volver a la cama cuando escuchó bajo su ventana débil murmullo de voces.
Eran las tías.
Las dos caminaban muy rápido y hablaban en susurros.
         La  tía Violeta era baja, con un abdomen hinchado, unas piernas que carecían de rodillas y unas mejillas fofas y sonrosadas. Sus ojos,  que eran pequeños y oblicuos,  parecían incrustados en su cara,  y uno de ellos, el izquierdo,  miraba siempre hacia otro lado.
La tía Ofelia , en cambio,  era demasiado flaca para verse sana. Su piel era pálida y a través de ella se transparentaban las venas,   como ríos azules que serpenteaban por los delgados brazos hasta sus dedos larguísimos y huesudos. Usaba  unos anteojos con marco de carey que siempre parecía a punto de caerse  de su  fina nariz,  y su boca se mantenía aoretada en un rictus de disgusto, como  si el solo hecho  de tener que permanecer en el mundo fuese un verdadero padecimiento.

Las dos eran desagradables a su manera. La tía violeta no se ebojaba jamás , pero siempre se preocupaba . Si no habia de qye preocuparse , se preocupaba de no tener preocupaciones. Era de esas personas que solo din felices cuando estan tristes.
La tia ofelia nunca se preocupa pero siempre esta enojada. Parecia creer genuinamente que las demas personas vivían empeñadas en arruinarle la vida, y si alguien se enfermaba , el gato se perdía o habia un terremoto, era con el solo propósito de molestarla a ella.
Ana no podia evitar que ke disgustara vivir alli. El hogar de las tias era una destartalada casa de tres pisos con dos  chimeneas , cerca de un humedal.
Desde la casa , lo único que se divisaba era una colina y la colina era tan alta , que ana se imaginaba que desde ka cima se podían ver los bosques, los campos y en los días claros, alla lejos , una pequeña franja azul_ estaba segura _ sería el mar .
De todos los lugares del mundo que estaban fuera de su alcance,  su favorito era el mar o cualquier pedazo de tierra o roca que estuviera cerca de él. Habia liedo la Enciclopedia de toda la tierra que en los fiordos de Noruega , las islas_ algunas de no mas de treinta metros_ no tenian playas de arena,  sino que las rocas de la orilla entraban directamente en el agua y  esta era profunda de inmediato

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2017 ⏰

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LA VOZ DE LAS CIGARRAS: Patricia TruffelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora