1.

183 9 10
                                    

 — Sabes que siempre estaré aquí— dijo Maggie mientras acariciaba mi rostro.

La abrace lo más fuerte que pude, la quería siempre conmigo, siempre cerca de mí, sin ella me sentía desprotegido, era una tortura cuando ella no estaba a mi lado.

Pero ahora sabía que jamás volvería a estar conmigo, cada noche era lo mismo antes de dormir, eso si no llegaba cansado, a veces solo quería dormir, pero cuanto sufrimiento cuando mis pensamientos me decían una y otra vez que ella se había ido, y esta vez para siempre...

Supongo que mi destino era un escenario bastante horrible lleno de soledad, enfados, y monstruos que luchaban conmigo porque no querían que mi vida se fuera al carajo, algo irónico porque los monstruos siempre tratan de hundirnos y hacernos miserbales, pero mi vida había vuelto a ser un total desastre justo como estaba sucediendo o como sucedió hace 5 años cuando mi salvación llego con el nombre de Margaret, la cual solo estuvo poco tiempo conmigo mi vida se volvió un desastre, claro, dependiendo de que Angulo lo viesen los demás, pero estaba algo así como condenado a recurrir a un parque dónde 10 meses atrás llegue a pasear con el amor de mi vida.

Cada día desde que inicio el otoño vengo a observar como caen las hojas de los árboles, cómo estos quedan en solo ramas, solo en un color café obscuro aburrido, el cual odio y que en su momento llegue amar por ser una de mis épocas del año preferidas.

Pero ya no era así, cada hoja que caía de los arboles era tiempo más o tal vez tiempo menos, lo cual podría ser bueno... no para muchos, pero si para mí, las hojas eran como un reloj de arena, y cada minuto, hora, día, semanas, meses... era como una eternidad, aunque suene cursi, pero así era mi vida sin ella.

Me encontraba sentado en una banca justo frente al gran imperio de laboratorios Schröder, mi bello lugar de trabajo, el cual odio.

—No puedo creer que de nuevo vayas tarde Schröder— me hablo la linda voz de una mujer.

Gire mi cabeza hacía mi costado y mis ojos observaban una chica de cabello azabache, me miraba con unos los enormes ojos verdes que podrían dejar sin aliento a cualquier hombre, portaba un gesto de enfado.

— ¿Qué te paso?— señale su blusa

Llevaba una blusa blanca con una enorme mancha roja, era lo que más destacaba de toda su vestimenta y fue imposible no notarla o preguntarle qué había sucedido, quizá existía la posibilidad de que esta mañana había asesinado a alguien y su ropa quedo cubierta de sangre.

— Eso es algo que no te importa— sus ojos se hicieron pequeños —hace 1 hora deberías estar dentro, trabajando, ayudando con todo lo que tu hermano nos encargó.

— ¿Y dónde está el?— pregunte con obviedad, porque ambos sabíamos dónde estaba él— exacto, no está aquí.

— Recuerda que esta semana estoy completamente a cargo de todo lo que sucede aquí, también puedo decidir quién entra y sale.

— Y recuerda que no me puedes despedir, estoy casi obligado trabajando aquí.

La chica me dio la espalda e hizo un gruñido de molestia.

— Bien Denis, entra ahora— ordeno de forma sutil pero al mismo tiempo era una orden un tanto grosera en mi opinión

— Alysa...— la llame de la misma forma que me pidió que entrara.

— ¿Si?— de nuevo sus ojos se posaron en mí.

— No eres mi jefe, no me puedes dar órdenes.

Me pare ignorando por completo a Alysa, dejandola con la palabra en la boca y camine hacía un carrito de hot dogs que estaba cerca de ahí.

Últimamente todos decían que me enfadaba por todo, que alejaba a todos y probablemente así era, pero no quería cerca a nadie, quería estar solo, si mi destino era estar solo, pues había que aceptarlo.

VIDAS PARALELASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora