DE LA NADA - CAPITULO 6 - SEGUNDA TEMPORADA

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Mucho tiempo después de pasear y pasear por ese majestuoso lugar, Robert había recorrido cada pasillo repleto de gente, se sentía cansado de tanta emoción que su corazón necesitaba un descanso, había palpitado a mil, tanto que necesitaba un respiro.  Empezó a buscar una salida, tomar aire natural y fresco, sin embargo no encontraba una salida  solo anuncios de promociones,  acérquese y lleve, 2 x 1 , compre hoy pague mañana.

Hasta q por fin vió a lo lejos una puerta que abría y cerraba cada vez que alguien se acercaba a ella, Robert no entendía que ocurría con la puerta, el creyó que la misma tenía inteligencia, que tenía vida, al estar unos 5 metros de ella detuvo su caminar y empezó a mirarla algo incrédulo. No entendía como podría abrirse justo antes que la nariz de algún transeúnte se chocará con el vidrio. Le pareció algo asombroso al punto que empezó a salir y entrar en repetidas ocasiones, se sentía vanidoso, que algo le diera paso o vía libre, que una puerta se diera cuenta que el viniese y le permitiese ir al otro lado sin problemas.

Ya era algo tarde, era muy de noche, había, mucha brisa, los árboles bailaban al sonar la canción del viento, no sabia que hacer, puesto que entró en otras condiciones y las calles no se parecían a las que había visto en el día. Cerca a una esquina vio una vieja banca de madera que estaba cubierta con un pequeño techo de lata, y justo al lado un viejo farol que a penas alumbraba en color amarillo. Decidió acercarse, y se le vinieron recuerdos a su mente, una banca igual iluminada apareció en su cabeza, un faro alto que parpadeaba, un sentimiento triste empezaba a invadirlo, se tomó la cabeza con sus dos manos ya que comenzó a doler fuertemente, a su alrededor el viento seguía soplando aún mas fuerte, un árbol que estaba detrás de esa banca sacudía con gran fuerza sus ramas, los oídos de Robert comenzaron a doler también,  Robert empezó a gritar de dolor, se retorcía allí sentado, sus manos golpeaban levemente su cabeza apaciguando la dolencia.
En un instante las nubes estaban esparcidas en el cielo, las estrellas brillaban en su máximo esplendor, y un punto  diminuto se hacía cada vez más grande, su color iba de un amarillo a un plateado muy hermoso. Las estrellas estaban mucho más brillantes, del cielo comenzaron a descender muchas de ellas, eran diminutas pero igualmente iluminadas, el viento las traía y se posaban sobre el prado, adornaban las hojas de los árboles, y muchas de ellas se acercaban hasta la banca donde Robert se encontraba sentado. Lo rodeaban, y algunas de ellas también se posaron sobre la banca vieja y también sobre el cabello y ropa de Robert. Repentinamente el viento calmó, se escuchaba la paz en ese lugar e instantáneamente las piedras que estaban en el suelo comenzaron a ascender sobre Robert, venían en todas direcciones, juntándose sobre su cabeza y comenzaron a brillar mucho más, al punto que Robert tuvo que cerrar sus ojos por que sentía que lo quemaban. Robert emitió un gran grito "¡¡¡AHHHHHHHHHHH!!!" poniéndose de pie y su cabeza giró al cielo y sus ojos, un poco dilatados contemplaron la gran luna que ahora tenía a su alrededor una pequeña estela blanca.

El viento trajo con él un poco de música, Robert podía escucharla sin embargo estaba petrificado, seguía mirando la gran luna, y su cabeza dejó de doler, sin embargo muchas de las cosas que había olvidado comenzaron a aparecer de nuevo, recordando la casa de su abuelo, a su gran amiga, aquella que estaba mirando directamente a los ojos, a la enamorada que partió su corazón, y también al gato sarnoso que había rescatado bajo la lluvia.

Robert, ahí de pie en medio de la noche, dejó salir de su cuerpo un gran y profundo suspiro, su cabeza se enderezó y pudo escuchar la música con más atención, entre ella también la voz de alguien que le dijo "hola, nos vemos de nuevo"... él, sólo asintió con su cabeza y ella comenzó a hablar y hablar. - hace mucho tiempo que nos veíamos, Robert dime como estás, Robert donde estas viviendo, ¿me sigo viendo hermosa?, oye, ¿quieres que envíe las nubes como los viejos tiempos?, ".. sin embargo, Roberto no contestó nada de lo que aquella vieja amiga le decía...

Luna tuvo el atrevimiento y envió un viento bastante huracanado formando una espesa nube de pétalos de alelí, a unos cuantos centímetros despegada del suelo, vino hacia Robert y lo llevó al cielo.. Luna cantaba y cantaba, se le notaba muy contenta y feliz de haber vuelto.

Entre Luna Y Yo Segunda Temporada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora