Como ya mencione anteriormente, todo comenzó creyendo que era un simple problema de sueño; pero no. Con el paso del tiempo, descubrí que no se trataba ni más ni menos que de un don, un nuevo don que al parecer, yo podría sentir que era la única persona del mundo en adquirirlo, esto de una manera me hacía sentir especial.
Era un sábado por la tarde, como ya era costumbre me encontraba totalmente solo en mi casa, mis amigos siempre estaban ocupados, nunca había nadie disponible para mí, en fin, ya parecía una pequeña rutina estar la mayor parte del tiempo solo y púes trataba de aprovechar un poco las pequeñas ventajas que me pudiera dar; aunque por otro lado, me resultaba imposible caer entre los brazos de una fría y pequeña depresión.
En ocasiones, a esta leve depresión yo le daba varios motivos para que creciera más y más, motivos insignificantes, tontos, estúpidos pero... lo más crudo de todo esto, es que todos esos motivos fueron realistas. En especial en esa tarde, decaí en una nostalgia, me comencé afligir en el tonto argumento: "Que hubiera pasado si..." Ya lo sé, ¡Es tan ridículo! Soy tan ridículo... En fin, entre lágrimas, recuerdos y una garganta reseca, el reloj comenzó a marcar las 22 horas, había perdido totalmente la noción del tiempo.
Algo de lo que me he dado cuenta en mi vida, es que cuando más recuerdas algo; cuando más trabaja tu mente en imaginar, pensar y tratar de acomodar tu realidad. El tiempo fluye como arena en tu mano, ves como se escapa y se reduce; y por más fuerza que hagas al cerrar tu puño para guardarlo, este cae con mayor rapidez y se esfuma.
Me fui a recostar un poco a mi cama, me sentía totalmente cansado, los ojos me querían explotar, mi cuerpo se desvanecía con cada escalón que subía rumbo a mi habitación. Aquella noche no se sentía como una noche más; hacía más frío de lo normal, el cielo totalmente negro, comenzó a iluminarse con grandes e imponentes rayos que azotaban en plena tierra segundo tras segundo. Ja... y sucedió lo "impensable", una gran llovía caía sobre el duro concreto, las plantas lo gozaban y la tierra comenzó a desprender su perfume más bello. Yo con un sentimiento de frialdad, ignore totalmente esto, tome mi almohada y me recosté.
Cerré mis medianos ojos, en el fondo yo ya quería descansar, olvidar todo lo anterior y dejarlo pasar como un día más. Pero no transcurrieron más de 10 segundos cuando con mis pies, manos y mi frustración junto a mi desesperación; arroje mis sabanas y comencé a golpear el colchón.
En esos diez segundos ya sabía que sería otra noche, que por más encabronado, deprimido y cansado no podría dormir. "¡Gracias! ¡Muchas gracias!" fueron mis gritos a la obscuridad de mi habitación, que en compañía y armonía de una inmensa avalancha de insultos hacia mi persona junto con mi mala suerte.
Trate de tranquilizarme, encendí la linterna de mi celular y como cualquier otra noche, ya sabía lo que debía hacer. Prepare mi mejor remedio o medicina para tratar mi tonto insomnio con mi estúpida depresión, sí, varias tazas de café eran el remedio.
Cada sorbo de café deslizándose por mi boca, era un orgasmo de tranquilidad para mi cuerpo, el ver como aquellos granos caían desde la cuchara hasta el fondo de un pocillo con agua hirviendo, desde ese momento sabía que estaría bien. Ya preparado, el aroma que desprendía, originario de aquel amargo líquido, me hacía cerrar los ojos y exhalar armonía para mi mente.
Ya era la primer hora de la madrugada, podía escuchar desde el gato travieso cayendo de la azotea, hasta pequeños grillos trayéndole una linda y simpática serenata a la princesa de la luz nocturna, si, la bella luna. Sentado al lado de mi recamara podía escuchar diminutos, armoniosos y misteriosos sonidos nocturnos. Seguían transcurriendo los segundos, minutos y hasta horas, el tiempo no se detenía, el café seguía cayendo a mi taza, la angustia marchitaba mi cara y la tristeza volvía a encarnarse en mis pupilas, esta última, provocando una microscópica cascada de mis ojos.
Parecería que no sería más que otra noche fría, solitaria y sin sueño alguno. Hasta que todo se detuvo. Creía que me había quedado sordo por el volumen de mis audífonos, pero no, era la noche, la noche se había quedado muda y yo confundido. Exactamente eran las 4:45 horas de la madrugada, era la hora en la cual las serenatas de los insectos, la guardia de los perros, las travesuras de los gatos y la caminata de los automóviles se detenían como si el mundo se parara. Descubrí que en esta hora de la madrugada se adentraba a un silencio incognito y misterioso, pero a su vez, relajante ante el oído humano. Este silencio se mantuvo cerca de unos cinco minutos hasta que un fuerte viento comenzó a interrumpir, el desplazamiento del fuerte viento; se sentía triste, como el soplo de una dama agonizando. Tras cada oleada de su movimiento, mi sentir era más dudoso. No podía saber si esto era un sueño o estaba viviendo una novela trágica de una y mil emociones.
Cerca de las 5:35 horas del domingo, ya amaneciendo, sentí el mayor placer de mi vida; me sentía como un niño perdido llegando a los brazos de su madre. Ya que después de una noche larga con una nostalgia inmensa, el canto de los gallos, los primeros rayos de sol iluminando a lo lejos a un cielo negro y el pequeño y tímido canto de bellos canarios; me hicieron ver que habría descubierto un gran secreto sobre la noche. Se trataba más que nada de su gran silencio ante las adversidades, y su única e incomparable forma de finalizar su trabajo, si, finalizarlo con lo más bello que puede existir para los ojos de cualquier ser... El ver un nuevo día, el volver a sentir calor en tu cuerpo y saber que estas vivo. Todo esto me sonrojo como nunca y me hizo dar una sonrisa ante un millón de lágrimas.
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Café De Media Noche
Adventure"Dicen que lo mejor de la vida pasa en la noche, gracias a un agudo y cruel insomnio, he descubierto todo esto..."