Me pregunté muchas veces, el porqué de lo que nos estaba pasando, me cuestioné en innumerables ocasiones las razones por las cuales sentía que cada día estabas más distante. Me sentí deprimido y tan hundido en mi propio mundo que ni siquiera me tomé la molestia de tomarme unos segundos y preguntarte "¿Cómo te sientes?", no me percaté que no estaba tomándote en consideración ante un momento tan difícil, me quedé absorto en mi propia miseria y ni siquiera te mostré mi apoyo y comprensión que quizá era lo que más necesitabas... los sentimientos están a flor de piel y mis emociones han quedado totalmente desvariadas y me siento perdido y solo, sin ti yo no soy nada. Mientras las personas me motivaban a ir a verte yo simplemente me negué a acudir a tu encuentro en muchas ocasiones, y las pocas veces en las que te veía, regresaba a mi casa llorando y con el corazón en la mano hecho pedazos, no quería ver tu dolor y me escondí en el mío, me cubrí por pedazos de tristeza y remordimiento que poco a poco cubrieron mi corazón, y dentro de todos mis cuestionamientos siempre rondaba una pregunta que era más importante que todas las demás, después de cada día que te veía, esa pregunta no salía de mi cabeza en ni un solo instante, esa pregunta era : " ¿Por qué siempre estabas feliz?"
Tus enormes ojos me mostraban una encantadora chispa que me movía cada parte del alma y los sentidos, tu deslumbrante sonrisa, esos dientes grandes y lindos que te hacían lucir como un hermoso conejo eran un conjunto perfecto con tus ojos de perla. Me desmoronaba internamente ver que tenías tanta fortaleza mientras yo me rompía por dentro, me sentía muy poca cosa para ti, así que me negué a verte durante días, que pasaron a ser semanas y luego, meses; justo ahora delante de tu tumba me viene al pensamiento otra gran duda que seguramente nunca será respondida.
Si hubiese sido otro tipo de persona ¿Te habrías quedado a mi lado?.
No lo sé, pero si antes me sentía culpable, justo ahora me siento peor, el día está tan soleado y radiante que me muestra un paisaje sencillo y hermoso, los rayos de luz caen directamente sobre tu lugar de descanso, si Jungkook, tú habías nacido para brillar y sobresalir de forma increíble... tus padres se negaron a dejarme acudir a tu funeral y decidí no causar más problemas, después de todo, yo fui el causante de tus desgracias ¿no? Por culpa mía tú estás aquí. Sólo por mí; tengo tantas palabras por decirte y quizá hubiera sido mejor habértelas dicho de frente pero cómo dicen los ancianos "El hubiera no existe" tengo tantos sentimientos guardados y sinfines de palabras por decirte pero no salen de mi boca, y realmente desearía ver tu expresión al escucharlas, lo siento Jeon, lo lamento demasiado pero por ahora solamente sostengo un ramo de flores y creo que será lo único que te daré hoy. Pero tranquilo amor, prometo venir todos los días, desde el canto de rayos de sol hasta la danza de oscuridad de la noche. Lo prometo.
Es demasiado tarde para enmendar mis errores pero, éste lugar que es tu casa terrenal, es mi única compañía y lo único que cuidaré por lo que me resta de vida.
—Te amo, Jungkook.
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Nuestros primeros encuentros los tengo en mi memoria atesorados porqué sé que es lo único que me quedará de ti, es lo único que puedo guardar para recordarte, la primera vez que te ví, ambos éramos unos niños pequeños, tú tenías cinco años y yo nueve, llorabas porqué tu helado había caído al suelo así que te ofrecí el mío.
—¡Gracias, Hyung! —me dijiste con una sonrisa amplia y yo simplemente te sonreí.
Suena tonto pero con esa pequeña frase comenzó todo. Comenzó a visitarme a mi casa, me regalaba los dibujos que hacía y yo le compraba sus dulces favoritos, sentía que tenía un hermano menor de otra madre y eso nos hacía felices a ambos, nos convertimos en personas inseparables y con el paso de los años el lazo se hacía más y más fuerte. Cada vez era más profundo, cada vez era más tierno, cada vez me sentía más extraño al lado de mi pequeño dongsaeng, no me comprendía ni yo mismo pero su mirada lograba poner mi mundo entero de cabeza y volverlo a componer, él era único, él era mío, sus lindas sonrisas cuando estábamos juntos se robaron cada una de las partes de mis sentidos y no podía evitarlo ni aunque quisiera. Todo se reforzó más en una noche en la que te quedaste en mi casa a dormir, para ese entonces ya habíamos crecido, tú tenías 13 años y yo 17. Nuestros padre salieron de viaje y quedamos de dormir juntos en mi casa, mientras veíamos una película navideña, estaba casi quedándome dormido pero sentí tu cabeza caer sobre mi cuello y abrazarme por la espalda, tu aliento chocaba contra mi nuca y tus cabellos emanaban un dulce aroma a vainilla.