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JiHoon siempre ha creído que el criterio de DaeHwi es en el que más puede confiar entre el de todos sus amigos. La verdad, probablemente sea el único. Pero, por primera vez desde que le conoce, JiHoon decide dudar de eso hoy.

Desde la amplia mesa al fondo de la cafetería de la escuela y encogido en su asiento, JiHoon observa a Lai GuanLin tropezando con sus propios pies y accidentalmente dejando caer su bandeja del almuerzo, la cual afortunadamente no tenía ningún plato de comida encima todavía. JiHoon se pregunta como es que el niño ha sobrevivido su vida escolar de esta forma hasta ahora.

—Debes estar bromeando —suelta JinYoung en voz baja, pero todos en la mesa le escuchan y JiHoon está en silencio agradecido con el menor, porque no quería ser él el que lo dijera.

—Si, bueno —murmura DaeHwi, sintiéndose un poco acongojado porque Lai GuanLin decidió hacer algo estúpido justo después de que él lo apuntara a sus amigos como un reemplazo para el equipo de baloncesto —, puede que parezca un poquito torpe, pero es bastante alto y tiene cara de saber jugar.

JiHoon comienza a preguntarse cuando fue que decidió que DaeHwi tenía el mejor criterio entre sus amigos mientras ellos siguen viendo a GuanLin, en un incómodo silencio, cuando este llega sano y salvo a su mesa pero ahora en aparentes serios aprietos intentando abrir un paquete de galletas.

—¡¿Por qué tenías que lesionarte una semana antes de la final, hyung?! —gime Samuel, echándose dramáticamente en su silla, al momento en el que el grupito decide dejar de mirar en dirección a GuanLin después de que las galletas son esparcidas por toda la mesa en la que está sentado cuando finalmente consigue abrir la bolsa.

Todos están en silencio preguntándose lo mismo que Samuel, incluso el mismo DaeHwi, desde el viernes en la noche, después de pasada la conmoción de la tarde, cuando DaeHwi cayó de las gradas en la cancha a mitad de práctica. Al comienzo, naturalmente, todos se alarmaron solamente por la salud del más bajito del equipo porque justo después de que DaeHwi dijera que no pasaba nada y que no le había dolido tanto, él comenzó a lagrimear porque sí dolía un montón. Su tobillo no tardó nada en hincharse y WooJin le cargó en brazos hasta la enfermería lo más rápido que pudo.

Desde ahí, todo solamente se puso peor, porque DaeHwi luego fue a parar al hospital y le dieron de alta al día siguiente, con un pesado yeso cubriendo su pie y tobillo fracturado.

Y es ya más de medio día del martes, a menos de tres días del partido final para las clasificatorias al torneo nacional, pero ellos todavía no pueden encontrar a un reemplazo y HyungSeob no les ayuda en nada recordándoles lo imbéciles que fueron cuando, hace dos años, ellos lucharon contra la dirección de la escuela para formar el primer equipo de baloncesto del establecimiento, pero no se preocuparon en el momento en el que no tenían a nadie en la banca, debido al poco interés del resto de estudiantes.

—Estuvimos tan cerca de Seúl —murmura JinYoung, después de dos días y medio de controlar su negatividad. JiHoon no le culpa, la verdad. Para una escuela tan pequeña, él jamás tuvo ninguna esperanza de llegar tan lejos. Es más, ellos iban a ser la primera estatal de Busan que llegaría al campeonato nacional de baloncesto de Corea del Sur, si es que ganaban el partido del viernes.

—Lo hacen sonar como si fuera mi culpa, no es como si yo haya decidido fracturarme —dice DaeHwi con voz penosa y un adorable puchero formándose en sus labios —. En todo caso, les estoy dando una solución y esa es Lai GuanLin.

La mesa vuelve a caer en silencio. Ni siquiera uno de los cinco chicos está comiendo ya. DaeHwi mira a WooJin a su lado, buscando al otro para un poquito de apoyo moral, como siempre lo hace cada que el grupo no quiere apoyar una de las ideas de DaeHwi, pero se encuentra con serios problemas cuando WooJin no parece tener nada que decir al respecto, en cambio, una expresión incómoda sentada en su rostro.