En un aula en desuso del castillo de Hogwarts.
D:- No trates mas, los hechizos no los pusieron los inútiles de tu casa, fueron Slytherins y no podrás retirarlos ni aunque seas una cerebrito.
Era tonto pensar como habían llegado a esa situación, al continuar como prefectos en el primer año después de la derrota de Voldemort, los habían llamado porque les informaron que dos alumnos de su casa estaban batiéndose en duelo en esas aulas pero al llegar solo fueron encerrados.
Ellos que eran posiblemente los dos mas listos de sus respectivas casas los habían engañado unos niños de cuarto año que eran de los mas tontos.
Era obvio que esa "broma" era una forma mas de demostrar el desprecio que la mayoría de su casa tenía contra el rubio, después de lo de Voldemort lo consideraban un cobarde que había abandonado el campo de batalla para huir como una rata al ver que el barco se hundía.
Era del conocimiento de todos que aunque había sido criado con ideales claros, los había abandonado al momento que los que habían estado cerca de él mas lo necesitaban. Lo tenían como un hipócrita cobarde que pregonó ideas y convicciones que al final él no tenía, quizás muchos no hubieran tenido esos pensamientos si él mismo no hubiera pasado por años menospreciando a muchos y resaltando lo importante de la pureza de sangre, si él mismo no hubiera llevado a muchos a aferrarse a esas ideas.
El chico que gozaba del respeto y la devoción de la mayoría de su casa, el que había sido como un líder para los suyos, hoy era abucheado y blanco de bromas para hacerle ver que no era bienvenido en la casa que hoy tenia menos estudiantes.
Era peor con aquellos que habían perdido algún familiar en la guerra, no le sorprendería si algún día uno le intentaba asesinar.
Pero esto era algo que no le molestaba mucho, ellos lo habían hecho pensando que al estar con una sangre sucia con la que había tenido varios enfrentamientos le haría sentir humillado de alguna forma; lo que no tenían en cuenta es que esa sangre sucia no le era desagradable para nada, por años había tratado de mentirle al mundo y a él mismo de que la miraba con menosprecio y que deseaba su mal, cuando realmente le gustaba y la admiraba.
Admiraba el hecho de jamas sucumbir ante los insultos y las criticas, de que no le importara la opinión de los demás cuando a él esto le afectaba bastante, por esa razón siempre quería parecer superior y verse como el mejor. Admiraba que a pesar de haber tenido una vida ajena a lo mágico antes de entrar al colegio, lograba ser la mejor en sus clases, admiraba que sobrepasaba el conocimiento de muchos magos de sangre pura siendo hija de muggles, y el hecho de que todo eso lo había ganado por su esfuerzo y dedicación. Había llegado a todo un mundo nuevo para ella donde tenia desventaja y se había vuelto la mejor de su edad, no había duda de que tenia muchas virtudes.
Quizás no sabía escoger sus amistades pero sabia que era leal y daría la vida por sus amigos, había ganado amigos y no por su apellido o clase social, él no sabia lo que era tener una amistad desinteresada, podía decir que tenía muchos amigos pero ahora que ya no le quedaba nada los había perdido a todos.
Después de media hora en la que él se dedico a ver lo interesante que era el techo con una actitud despreocupada y ella tratara de buscar alguna puerta secreta, una nota apareció en la puerta: