Capitulo único

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Pov. Anastasia Steele.

¿Tienes el cinturón puesto? —pregunta con un tono serio, pero con un deje de diversión.

...

¿Tienes sueño?

No

¿Estás concentrada en la carretera? —pregunta y se me es imposible no poner los ojos en blanco.

Lo podría estar mejor —contesto, con un tono de ironía.

No olvides llevar las luces prendidas, es de noche —me recuerda—. ¿Revisaste el aceite? —vuelve a preguntar, ignorándome descaradamente. Presiono mis labios en una fina línea.

Eh... sí... —Muerdo mi labio inferior, nerviosa. Maldición, lo olvide...

Anastasia.... —murmura con un tono severo y pienso seriamente en colgarle, pero el celular está muy lejos y no puedo colgar la llamada en manos libres, además que se preocuparía aún más.

Sí lo hice papá, sólo que me estás poniendo más nerviosa de lo que ya estoy por ser la primera vez que viajo en auto conduciendo yo. —Intento defenderme y parezco conseguirlo.

Lo siento hija, igual estoy nervioso. ¿Me llamas a penas llegues? —pregunta en un tono conciliador y yo niego un tanto divertida. Es imposible enfadarme con él.

Está bien, te quiero mucho, papá. —Sonrío inconscientemente.

Y yo a ti, hija, suerte. Adiós —responde y cuelga el celular dejándome con una sonrisa tatuada en el rostro, pero ésta rápidamente se desvanece cuando Wanda se detiene de repente.

—No te atrevas, Wanda... —amenazo al auto presa del pánico, pero ésta no parece querer dar señales de vida por más que intente encenderla.

—¡Oh, por favor! Enciende... —repito una y otra vez como una mantra. ¡Solo a ti se te ocurre viajar con Wanda, Anastasia!

Intentando volver a encender el motor veo como una especie de humo comienza a salir por capo del auto dejándome completamente helada.

Maldición, ¿y ahora qué hago?

Evaluando mis posibilidades, apoyo mi frente en el volante del auto deseando que nada de esto esté ocurriendo, pero cuando vuelvo a alzar la vista el humo sigue saliendo del capo de una manera alarmante —para mí—, por lo que decido no insistir más y sacar las llaves para luego lanzarlas sobre el asiento del copiloto mientras que, con manos temblorosas, tomo mi celular con la esperanza que haya señal.

Dejando mi celular entre mis piernas busco en la guantera rápidamente la pequeña hoja en la que Ray anotó varios números en caso de emergencia y creo que ésta es una de ellas, así que busco rápidamente el número de una compañía para grúas y lo anoto en el celular esperando que me contesten rápidamente, pero lo único que consigo es que me salte al buzón de mensajes una y otra vez.

Hoy definitivamente no es mi día, sin duda.

Quitando el freno me bajo del auto, y cerrando la puerta de un solo portazo, dejándome llevar por la angustia, hago todo mi esfuerzo para conseguir aparcarlo a la orilla; y una vez lo consigo, vuelvo a poner el freno de manos. Abro el capo sin mucho entusiasmo, pero al no saber nada sobre autos dejo el capo abierto permitiendo que el humo siga saliendo.

Parándome al lado del auto espero pacientemente a que un coche cualquiera pase y, cuando ya creo que oficialmente moriré sola en esta carretera por culpa de Wanda, veo unas luces a la lejanía acercarse. Sin poder ocultar mi alteración comienzo a hacer señas con los brazos llamando la atención de la abuelita, pero ésta pasa de mí y puedo ver como un niño en los asientos traseros se apega a la ventana y me levanta el dedo de al medio con una sonrisita de angelito.

Una noche con él | OneShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora