Parte 1

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Akutagawa Ryunosuke es un niño enfermizo. Cualquier agitación le provocaría un ataque de tos con eternos minutos de dolor en la garganta y pulmones. Es mucho para un pequeño de tan solo cinco años, pero así ha sido desde que nació y él sabe sobrellevarlo, los demás no. Siempre bajo la mirada preocupada de su maestro de Kinder y rostros asustados de sus compañeros. 

Otro día normal en el jardín de niños, y era la hora del recreo, todos salían presurosos a jugar, excepto Akutagawa que con paso tranquilo y con ayuda de Tanizaki-sensei, el encargado de su grupo, lo acompañaba al patio, no junto pero si cerca de los demás, bajo la sombra de un árbol permanecería sentado a dibujar, lo mismo que en el salón pero con cambio de ambiente, incomodo por el duro suelo y molesto por el ruido de sus compañeros.

Observo por unos momentos a los demás niños de su edad, que jugarían esta vez y el solo podía ver. Todos sabían de su condición, ya lo han visto más de una vez al inicio del primer año de sus vidas académicas, un muy mal comienzo para todos ver como un compañerito se ahogaba con incontrolable tos. Desde el primer día fue aislado en el recreo, si no puede llevar el ritmo de los demás para que juntarlo. Y los niños prefieren correr, ensuciarse y no permanecer sentados en silencio como en el salón. 

El grupo se dividió en dos, el de cabello bicolor no podía escuchar de que se trataba el juego hasta que uno de ellos grito de qué lado quería estar.

 -¡Yo seré malo!-dijo un niño de nombre Kaiji colocándose al lado de otro niño que siempre usaba un sombrero, Chuuya, quien sería el líder de los malos. 

Ryunosuke dejo de observar, ya sabía a qué jugarían sus compañeros. Y adivinando o siguiente susurro para sí mismo...-Yo quiero ser un héroe...-dijo sin darse cuenta de que alguien estaba a su lado, observando con asombro el dibujo que recién terminaba Akutagawa.

 -¡WOW! Esto es genial-dijo cierto albino de ojos bicolor tomando sin previo aviso la libreta del otro, quería ver de cerca el dibujo.

 -¿Quieres jugar?-invito Nakajima acallando los reclamos de Aktukagawa y recibiendo una expresión malhumorada con un puchero. 

-A-AH... ¡LO SIENTO!-se disculpó enseguida regresando de vuelta el cuaderno a su dueño. 

No había necesidad de que Ryunosuke le recordara que si corría o hiciera cualquier esfuerzo su tos lo atacaría. Atsushi paro de disculparse pero seguía de pie frente al azabache, sus amigos le llamaban para unirse al juego, pero la postura triste que puso después el azabache no lo dejaban irse. 

El albino le arrebato su cuaderno por segunda ocasión, además de un lápiz y comenzó a dibujar en la hoja, Akutagawa lo miro molesto por estar arruinando su dibujo y nuevamente antes de despotricar contra el albino este le mostró lo que hizo. 

-Yo seré la maldad que puedas derrotar-dijo con entusiasmo mostrando su dibujo. Un garabato que pretende ser el propio Atsushi. 

Akutagawa también se había dibujado a sí mismo, con capa y antifaz, un héroe corriendo a salvar a todos de la oscuridad. Atsushi regreso con sus amigos, dejando la tarea a Ryunosuke de acabar con la maldad en su libreta. 

La campana sonó y todos entraron de vuelta al salón a terminar un día más de clases. Y, finalmente llegó la hora de la salida. Dudo, pero antes de que Nakajima saliera por la puerta de la mano con su madre, corrió a mostrarle el resultado final de su dibujo. No lo alcanzo pero en verdad quería enseñárselo y zafándose del agarre de su padre salió sin permiso del colegio, sin precaución, olvidándose de su estado grito con todas sus fuerzas el nombre del albino.

Atsushi se giró sorprendido al escuchar la voz de Akutagawa. Al igual que el Akutagawa, se soltó de la mano de su madre y cruzo la calle para encontrase con él. Un coche que venía advirtiendo que no frenaría, la madre grito y el hijo se quedó inmóvil. 

Atsushi fue empujado fuera del camino del auto, por Rynosuke que salto para salvarlo siendo el quien recibió el impacto. Quedo tendido en el suelo con sangre brotando de su cabeza. Atsushi con lágrimas en los ojos enmudeció, no procesaba lo que pasaba solo podía observar como el padre de Akutagawa se lo llevaba rápido hacia el hospital. 

Akutagawa tenía una operación para curar su enfermedad, programada para cuando tuviera ocho años, edad suficiente para aguantarla. Pero con el incidente sus padres decidieron arriesgarse, no tenían opción. Horas en el quirófano, días de que el menor no despertaba. 

Después de recuperarse del trauma, a Atsushi se le fue permitido visitar a Akutagawa. Llevaba con él, a escondidas en su bolsillo, el dibujo que Ryunosuke pretendía mostrarle. Lo supo nada más verlo que era por el que corrió a alcanzarlo, la culpa carcomía al pequeño albino y en todos esos días no hacía más que pensar en Akutagawa, rogando a su madre que lo llevara a verlo al hospital, pidiendo en sus sueño, al propio Akutagawa que dejara de dormir y volviera a la escuela. 

Entro al cuarto en compañía de sus padres, su mama le apretó el hombro y por un momento su mundo se vino abajo cuando nada más entrar escucharon los sollozos de la madre de Akutagawa, pero era llanto de felicidad por ver a su hijo despertar. 

Tardaría para saberse si la operación había sido un éxito. Akutagawa aún no regresaría a clases, se quedaría a reposar en casa, Atsushi se ofreció a ir todos los días de visita para hacerle compañía y mejorar en sus dibujos con ayuda de Ryunosuke. 

Y siguió yendo de visita hasta que ambos entraron a la universidad y comenzaron a vivir juntos.  

Ser un heroeWhere stories live. Discover now