thirty

5.6K 452 35
                                    

 ‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 ‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

  ‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

 ‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ 

Habían pasado dos semanas desde que aquel misterioso paquete con su nombre llegó a la casa de Louis, pero había preferido no mencionárselo. Decidió mantenerlo en secreto y, en lugar de cuestionarlo, aceptar la extraña familiaridad que le brindaba. Desde entonces, la joya se había convertido en parte de él.

—¿Cuándo lo compraste? No recuerdo que me lo mostraras —preguntó Louis, saliendo de la cocina con un bol de cereales en la mano. Su mirada se posó en la delicada pieza que colgaba de su cuello—. Es bonito.

Harry sonrió, tratando de convencerse a sí mismo de la mentira antes de soltarla.

—No lo compré. Me lo enviaron como regalo por una suscripción a una revista de joyas.

—Vaya, qué generosos.

El joven se encogió de hombros, restándole importancia, y desvió la conversación.

—Estoy por ir a la tienda con mis amigas. No volveré hasta antes de la cena.

Louis suspiró dramáticamente.

—Claro, abandóname. Es mi único día de descanso y lo único que quieres es huir de mí. Qué crueldad la tuya... mi pobre corazón no lo soporta.

A pesar de su tono lastimero, su "sufrimiento" pasó desapercibido. El adolescente seguía concentrado en su celular, ignorando por completo su actuación. Louis entrecerró los ojos y, sin previo aviso, se lo arrebató de un manotazo.

—¡Hey!

—Préstame atención, ángel —dijo con una sonrisa ladeada—. Disfruta del día, ve con cuidado y, si pasa algo, llámame. ¿Llevas la tarjeta?

—Sí, sí, la llevo conmigo —respondió apresurado, recuperando su teléfono en cuanto él se lo devolvió. Echó un vistazo a la hora y su expresión cambió—. Mierda, debo irme.

Se inclinó rápidamente y dejó un beso fugaz en sus labios antes de salir corriendo por la puerta.

Louis parpadeó, atónito, con una sonrisa boba en los labios. Solo tardó un par de segundos en reaccionar antes de tomar el teléfono y llamar a uno de sus guardaespaldas.

—Síguelo. Mantén la distancia, pero asegúrate de que llegue bien.

‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

the auction (l.s) -en ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora