thirty

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Habian pasado dos semanas desde que aquel misterioso paquete con su nombre llego a la casa de Louis, pero el procuro no contarle absolutamente nada al abogado. Prefirio mantenerlo en secreto y aceptar la extraña familiaridad que le brinda, utilizandolo como parte de si mismo. 

—¿Cuándo lo compraste? No recuerdo que me lo mostraras —le preguntó Louis al salir de la cocina con un bol lleno de cereales con leche en su mano, observando la joyería que colgaba en su cuello— es bonito.

—Um, no lo compre. Me lo enviaron como regalo por una suscripción a una revista de joyas —sonrió, intentando convencerse a sí mismo de aquella mentira para que tambien fuera convincente para el mayor— de hecho estoy por ir a la tienda con mis amigas, así que no regresaré hasta antes de la cena.

—Claro, abandoname. Es mi único día de descanso y tu te vas sin pensar en mi pobre corazón —dibujó un mohín en sus labios demostrando debilidad frente al adolescente, pero no obtuvo respuesta de su parte ya que estaba concentrado en su celular. Extendió la mano y de un manotazo se lo arrebató, consiguiendo al fin que lo mire— préstame atención, ángel. Disfruta del día, ve con cuidado y si sucede algo no dudes en llamarme. ¿Llevas contigo la tarjeta?

—Si, la llevo conmigo —tomó el celular de su mano cuando se lo regresó— mierda, debo irme. Adiós señor Tomlinson.

El adolescente dejó un pequeño beso en sus labios antes de salir de la casa, dejándolo prácticamente embobado, pero poco tardó en salir de su burbuja para enviarle por mensaje a uno de sus guardaespaldas que lo siguiera tomando distancia para protegerlo.

Lacey había organizado meticulosamente la salida del día, estableciendo que Harry se dirigiera al centro de la ciudad para encontrarse con ella en una cafetería que habían elegido. El joven se sintió aliviado al salir bajo el sol, disfrutando del calor en su rostro mientras se dirigía a su destino. Con los auriculares puestos a un volumen suficiente para permitirle estar alerta a su entorno, empezó a caminar, dejándose llevar por el ritmo de las canciones en su mente y sus propios pensamientos.

De repente, un hombre se acercó sigilosamente por detrás, llamándolo con un tono persuasivo que logró sobresaltarlo.

—Chst, bonito —la proximidad del desconocido y la intensidad en su voz causaron un sobresalto en Harry— ¿estás solo? ¿quieres algo de compañía?

Harry, visiblemente inquieto, extendió las manos en un intento de crear una barrera entre él y el extraño.

—No, aléjense de mí —su voz era firme, pero su corazón latía acelerado.

the auction (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora