La prisión

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Miro a su alrededor, un pequeño cubículo de quizás dos metros por dos, no había ventanas, las paredes estaban pintadas de un gris acompañas por rastros de suciedad. Era tan pequeño el espacio que una cama apenas cabía a un lado, de la habitación ocupando todo el lado derecho y un metro de la habitación. La cama era metálica, al parecer oxidada, con un colchón sucio sobre esta. No había almohadones, la habitación estaba vacía y la única entrada de luz venia del espacio entre las rejas que lo separaban su celda de un largo pasillo.

– Tu ropa Plisetsky— exclamó el guardia tirando un montón de ropa gris dentro de la celda. Era un hombre alto y fornido, de cabellos negros y piel bronceada. Sus cejas eran gruesas y oscuras, como su cabello, todo eso resaltaba con su uniforme azul.

— Gracias — bufo molesto el rubio tomando la ropa, estaba por desvestirse cuando noto que el guardia lo miraba lascivamente. — No puedo cambiarme si me vez.

— Estás en una cárcel, en el baño no solo te miraran cuando te bañes, pasaran muchas cosas ¿Qué prefieres? — miró en un tono burlón.

Molesto ante tal provocación solo atino desvestirse, quitándose su fiel campera azul con franjas rojas y la insignia de su país natal, su pantalón negro y sus zapatillas a tono. Miro al frente, aquel guardia lo miraba sin pudor alguno, incluso podía sentir que se estaba tocando mientras lo miraba desnudo, rápidamente se colocó el uniforme de presidiario, una remera gris con un pantalón de igual color y unas zapatillas de velcro.

— ¿Te gusto degenerado? — preguntó fijando la mirada en el pelinegro.

— Tienes un cuerpo muy bien formado, fácil de manejar — respondió relamiéndose los labios.

— A mi esposo le gusto así, supongo.

— Uno piensa que con el casamiento sientan cabeza y terminan aquí.

— Estoy aquí porque se le ocurrió al idiota de mi esposo — bufó molesto sentándose, en la cama. – ¿Y las sábanas?

— Para que no te suicides en las primeras 48 horas, después te las darán.

— ¿La almohada?

— Ahogamiento.

— Ya que — se recostó molesto en la cama. — Si Yuri, será divertido, si Yuri todo saldrá bien, Si Yuri soy un idiota de nacimiento...guardia idiota— se levantó súbitamente para gritarle, fue entonces que noto que en tan solo segundos el guardia ya se había retirado. — ¿Esto es una broma? Idiota.

El oficial regreso con una sonrisa de oreja a oreja, se podía escuchar los sonidos provenientes de alrededor, voces de hombres de todas las edades, silbando, llamándolo y asegurándose que estaban listos para agarrarlo en las duchas. Escuchar esas voces, voces que fácilmente tendrían la edad de quienes él conocía afuera de esas paredes y de edades cercanas a ellos, sus amigos y conocidos, le dio asco de solo pensar la clase de hombres que había en ese lugar.

— Yuri Plisetsky, 18 años recién cumplidos, en teoría recién casado, hijo único de una antigua famosa...con un historial delictivo bastante amplio para ser una figura famosa del patinaje artístico apoyada por el gobierno ruso.

— Eso no es verdad y lo sabes, nadie levanto cargos contra mi...solo golpeo a idiotas porque se lo merecían...e intente ahogar a mi esposo en un museo pero él se lo busco.

– Eso no dice aquí, Yuri Plisetsky, 18 años, historial, a partir de los 16 años tienes cargos por agresión contra Yuuri Katsuki reiterados, cargos por agresión contra Viktor Nikiforov, cargos por violencia de género contra Isabella Yang — comenzó a leer, una hoja por vez.

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⏰ Last updated: Aug 15, 2017 ⏰

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