Un joven huérfano nacido en escocia durante los tiempos de la ocupación Inglesa, se verá metido en una gran aventura para liberar Escocia, donde el amor, la amistad y hasta la muerte tendrán un papel.
P.D: muchas faltas de ortografía :P Demasiadas
¡No te detengas! ¡Sigue! Eso le decía a mi cuerpo con cada paso que daba. Corre eso fue lo último que escuche de mi padre. Un mensaje simple y claro. Cuando llegaron los ingleses a mi tierra hace no más de 3 años; prometieron no lastimarnos dijeron que sería solo un acuerdo militar y para la mejora de las dos naciones. Lo que vi hace 1 año lo dijo lo contrario. Los escoceses que se resistieron fueron ejecutados mi padre entre ellos sin embargo no era el único muchacho sin padre miles de padres y hermanos habían muerto, luchando por una causa más noble y justa que ninguna otra, la llamaban "Libertad".
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Un año después de que mi familia me perdiera, entre las implacables llamas de fuego provocadas por la ambición inglesa; Llegue a Elderslie, mi abuelo había vivido aquí años atrás, era uno de los pocos poblados que se resistían al dominio inglés. Ahí conocí a Malcom Wallace era un señor no mucho mayor que mi padre, con cara firme y noble con la misma meta que todo escoces. Cuando llegue estaba herido, dure 2 días intentando escapar de los ingleses y su fuerte avance por toda escocia.
-Tranquilo muchacho, no te vamos a comer – me dijo Malcom. Fue la primera vez que me sentí seguro después de mucho tiempo
-¿De quién corrías hijo?
- De ellos – dije con vos temblante y ojos llorosos, no tenía la fuerza para describir a los asesinos de mi familia, no pensaba en buscar venganza solo en huir tan lejos como pudiera.
Malcom me guio hasta su hogar, una choza no muy grande con una puerta de madera vieja y desgastada. Había paja por doquier estaba un poco sucia, el lodo cubría toda la entrada.
No esperaba grandes lujos por parte de campesinos, sin embargo nunca estuve acostumbrado a estos. Mi familia nunca fue de la nobleza todos trabajábamos la tierra. "El trabajo que ejerzas será la comida que merezcas" eso era lo que mi padre solía decirme.
Para nosotros no había riquezas ni mucho menos, nuestra ropa parecían varios trapos juntos o pedazos de tela rotos que habían sido cocidos entre sí. Nuestro pelo jamás había tocado un peine como lo llamaban en Inglaterra, solo había tocado los dedos finos de nuestras madres, que nos cuidaban al dormir, dedos finos que pasaban una y otra vez por nuestra cabeza confortándonos, calmándonos, aliviando cualquier clase de dolor. Dándonos un amor que no podría compararse con el más bello poema, la canción más bella, o con el más hermoso atardecer en las colinas.
Al entrar en la casa de Malcom me encontré con 2 muchachos, cada uno con diferentes edades. El mayor de ellos, Malcom igual que su padre y el menor, William, ambos nobles y con un corazón tan bueno como el de su padre.
