Lucia

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Camine varias calles sin prisa, mirando todos los escaparates que mostraban delgadas siluetas de los maniquís sin rostros. Es Paris, es Nueva York, es Londres, es San Francisco, es Barcelona, es México. No importa la ubicación exacta es en donde quiero estar, avanzar sobre las avenidas grandes, las empinadas calles angostas,  los callejones indiscretos; todo llama mi atención quiero tomar todo con mis manos y mi memoria y absorberlo absoluta y completamente.  Avanzo hacia donde veo menos gente, quiero estar sola, sentir el viento que me posee y dejar mis pensamientos fluir sin temor.  Solo el ruido de algunos autos que pasan en calles aledañas y uno que otro cuchicheo que se escucha de las ventanas de algún edificio. Son casi las 9:30 de la noche y las calles están bastante desiertas, me siento libre.

Escucho gemidos de un hombre claramente de complacencia,  no puedo contener la curiosidad, avanzo hacia el sonido de gozo, entre dos autos está una pareja, el hombre recargado sobre el cofre de un auto con el pantalón hasta sus rodillas, con los ojos cerrados y una chica inclinada sobre él con el miembro en la boca y su lengua lamiéndole y chupándolo exhaustivamente con gusto y deleite. Me paro enseguida de ellos no sé porque y le acaricio el cabello a ella,  con un instinto de protección y cuidado, él me toca mi hombro, volteo y me mira como si me conociera, me jala de la cintura hacia él, pone su cabeza entre mi cuello y mi oído y sin soltar mi cintura apretándome cada vez más. Suspira y gime de placer en mi pecho. Le abrazo la cabeza como a un crío.  Estoy extasiada, mojándome excitada de sentir este placer ajeno de dos desconocidos en una calle solitaria entre dos autos. Después de un largo gemido y notoramiente complacido el hombre me besa en los labios y me suelta la cintura.  La chica levanta su rostro hacia mi,  me sonrie limpiandose los labios, se endereza y me besa suave y gratificante por segundos, por instinto me separo de ella y los dejo dándose un apasionados beso entre ellos. Creo que es momento de irme como llegué sigilosamente y en silencio.

Llego apresurada a mi habitacion, me sirvo una copa de vino, pongo música clásica  y me tiro sobre la cama recreando  todo lo anterior, le marco a mi novio por teléfono para compartir mi experiencia con él....no contesta.

Cuando suficiente nunca es demasiadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora