Mi nombre es Charlotte y fui prostituta por accidente.
Estoy comprometida y a solo semanas de mi boda.
¿Quién diría que mi cliente sería mi esposo? bueno, aún no lo es, pero lo será, y todo gracias a mis queridas amigas Deisy, Nicole y Olivia. Todas pensaron que sería la pequeña angelito del grupo que llegaría virgen al matrimonio, pero la historia cambió, mi historia, la cual contaré y espero que sea de su entretenimiento y agrado pequeñas pervertidas.
Deisy, Nicole y Olivia se conocen desde pequeñas y yo las conozco desde hace tres años, pero lo suficiente para saber que piensan.
Me mudé a Estados Unidos hace tres años por motivos familiares, viví por un tiempo con mis padres pero cuando mis amigas y yo salimos de la escuela y pudimos conseguir un buen trabajo como para vivir las cuatro bajo un mismo techo, fue ahí cuando dejé de vivir con mis padres. Todo estaba bien hasta que las cuentas comenzaron a subir y Olivia se quedó sin trabajo por culpa de una anciana loca, tuvimos que limitarnos a muchas cosas por un tiempo pero gracias a Deisy las cosas cambiaron.
-¡¿QUÉ?!- contesté o mejor dicho, grité.
-Charlotte- me miró Nicole.
-Yo entro- dijo Olivia y Nicole y yo la miramos.
-¿Estás segura de lo que dices?- pregunté.
-El dinero no cae del cielo, además existen varias formas de prevenir un embarazo- dijo Olivia mostrándole una sonrisa de aprobación a Deisy.
Solo pasaron dos dias y ya Nicole había aceptado la propuesta de Deisy, dejándome sola como siempre.
Deisy y Nicole dejaron de trabajar para solo tener tiempo al que requería mucho "esfuerzo". Los días pasaban y podía sentir lo aburrido que era estar sola la mayoría del tiempo acostada en el mueble de la sala esperando a que las chicas volvieran a casa sin ningún tipo de problemas, sino estaban de compras con sus "Daddy's" estaban poniendo en marcha sus conocimientos eroticos.
Pero eso nunca nos separó, aún así seguíamos siendo las mismas amigas de siempre, todas nacimos en el mismo año pero yo soy la última por meses así que eso me convierte en la pequeña de la casa y en realidad no me molestaba, ellas siempre compartían su dinero conmigo, su ropa, sus gustos, si salíamos pagaban ellas, si comíamos pagaban ellas, no importa que tanto dinero tuviera para cubrir mis gastos, ellas siempre trataban de que mi dinero lo gastara solo en mí.
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Un día me senté en el
mueble a ver el reloj fijamente, solo faltaban 2 minutos para que las chicas llegarán a casa, ya había pensado bien las cosas pero aún seguía con nervios y un poco de vergüenza, escuché un carro y unas risas también, esas eran mis chicas, me pare rápidamente y corrí hasta la escalera con los brazos en la cintura.Abrieron la puerta y las tres se quedaron pensando que tendría para decir.
-Quiero entrar a su juego- dije seria.
-¿Cuál juego?- río Olivia.
-Ya saben, esos juegos- dije mirando las carteras de todas, notando los sostenes y algunas papeletas de dinero.
Olivia, Nicole y Deisy se miraron entre sí, pero no eran miradas de alegría.
-Se qué dije que nunca me entraría a esto pero es incómodo, ya no pasamos tiempo juntas, no gano suficiente para todas pues siempre me dan de su dinero y no es correcto, así que entro a su juego-
-Charlotte en realidad nosotras no jugamos y lo sabes- dijo Deisy.
Respiré ondo -¿No les hace falta a una virgen en su grupo?- dije con sentido del humor y todas rieron.
-Sabes que serás nuestra pequeña y no dejaré que te pase nada, así que si algún día decides dejarlo nos lo puedes decir- dijo Nicole abrazándome
-No lo haré- dije
Y desde ese día las cosas cambiaron.